sábado, 24 de marzo de 2012

LA CONDENA DEL JUEZ GARZÓN

El exfiscal Anticorrupción cree que el Supremo ha contribuido al desarme del Estado ante la gran corrupción y el crimen organizado, la ignorancia y la ofensa 

Carlos Jiménez Villarejo

13/febrero/2012

Principio del formulario

La sentencia condenatoria a Baltasar Garzón es un paradigma de cómo el Tribunal Supremo (TS) puede quebrantar el principio constitucional de igualdad ante la Ley haciendo una aplicación forzada y excepcional del delito de prevaricación ante lo que no es más que un disentimiento, completamente legítimo, en la interpretación de las leyes. La consecuencia no es solo, como han dicho con acierto los fiscales progresistas una sanción “desproporcionada”, sino completamente injusta.

Artículos relacionados

El TS, con su sentencia, ha contribuido al desarme del Estado Democrático ante la gran corrupción y el crimen organizado, que ya han logrado una gran victoria. La investigación de sus conductas delictivas tienen más límites que nunca porque con el uso abusivo del derecho de defensa pueden impedir ser perseguidos. Basta, para darse cuenta, con releer el contenido del auto del Juez Garzón en el que se inhibía de parte de la causa a favor de las Autoridades valencianas.

Blanqueo de dinero
El auto de 5 de Marzo de 2009 decía así sobre la trama Gürtel: ”Estas sociedades son de inversión especulativa cuyo objetivo es la búsqueda de la rentabilidad en operaciones inmobiliarias, sociedades patrimoniales que gestionan el patrimonio personal de Francisco Correa y empresas de gestión que prestan apoyo al resto de carácter administrativo o de organización de viajes. Sobre esta estructura nacional se superpuso una estructura internacional integrada por sociedades constituidas en Inglaterra y Holanda que participan en el capital de las sociedades patrimoniales constituidas en España. Dichas sociedades ubicadas en el exterior están participadas por entidades creadas en paraísos fiscales o territorios no cooperantes. De tal forma que este conglomerado permitía a la organización incorporar fondos a las sociedades patrimoniales ubicadas en España mediante las aportaciones de las sociedades radicadas en Inglaterra y Holanda enmascarándolo como ampliaciones de capital de aquéllas, si bien en realidad los fondos procedían de las sociedades matrices que se encuentran en las Antillas Holandesas, Islas del Canal u otros territorios offshore”.

En el mismo sentido, con un acento específico en el delito de blanqueo de capitales, dicha trama fue analizada por el Juez Instructor Pedreira del TSJM. Decía que es una constante de la investigación la referencia a “sociedades constituidas en Inglaterra y Holanda”, “participadas por entidades constituidas en paraísos fiscales”, las citas de flujos de capitales con las Antillas Holandesas, islas del Canal y otros territorios similares, y la participación a estos fines de “despachos de asesoramiento jurídico y fiscal especializados en la creación de estructuras fiduciarias opacas”.

Las directivas europeas
El TS, dominado por una petulancia y retórica preocupante, parece ignorar que una semana antes de la admisión a trámite de la querella, exactamente el 27 de enero de 2010, el Juez Pedreira había dictado un extenso y muy fundado auto por el que rechazaba los recursos de los imputados que reclamaban la nulidad de las intervenciones de las comunicaciones telefónicas entre los imputados presos y sus letrados, escuchas acordadas casi un año antes por el Juez Garzón. Resolución que no solo desmontaba los interesados y tendenciosos argumentos de los implicados, sino que anticipa y destruye lo que una semana después van a ser las razones del TS para admitir la querella. Resolución que declara la plena licitud de las decisiones del juez Garzón de 19 de febrero y 20 y 27 de marzo del 2009 y acuerda la prórroga de dichas intervenciones y la exclusión de las grabaciones que “se refieran en exclusiva a estrategias de defensa”. Porque está acreditado que antes de acordarse las intervenciones telefónicas ya había tres abogados y un asesor fiscal imputados, que “los letrados participan, con indicios sólidos, en los delitos que han cometido y siguen cometiendo los imputados en prisión” y, por tanto, “no se ha cometido ninguna arbitrariedad”. Era evidente que la decisión jurisdiccional del Juez Garzón era plenamente fundada y lícita. De lo expuesto, resulta evidente que, entre los delitos investigados, está el de blanqueo de capitales y la transferencia ilícita de los mismos hacia paraísos fiscales.

La investigación de dichos delitos era y es inseparable de las disposiciones contenidas en las Directivas 2005/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de octubre de 2005, complementada por la Directiva 2006/70, relativas a la prevención de la utilización del sistema financiero para el blanqueo de capitales. En la primera de ellas, ya se hace referencia a la atención que debe prestarse a los letrados como profesionales sospechosos de cooperar en actividades de blanqueo. Directivas que inciden en el derecho de defensa, limitándolo, y que el TS ignora absolutamente con manifiesto incumplimiento del ordenamiento que está obligado a aplicar.

Una interpretación legal
Desde esta perspectiva, el TS ha llevado muy lejos el concepto de prevaricación hasta el punto de criminalizar una interpretación legal que es y será siempre no solo admisible en derecho sino exigible con arreglo a las circunstancias del caso. Y, desde luego, ante un fenómeno de crimen organizado, como el que estaba investigando, de las dimensiones expuestas, es radicalmente falso que el juez Garzón, como dice el TS, actuara “solo desde su propia subjetividad” y que “acogiera un significado irracional de la norma” para así, deliberadamente, “vulnerar” el Estado de Derecho”.Nadie, con un criterio honrado y neutral, puede sostener semejante tesis.

Tan grave como lo ya expuesto es afirmar que el Juez Garzón aplicó “prácticas que en los tiempos actuales solo se encuentran en los regímenes totalitarios”. Debemos suponer que los magistrados se refieren a las prácticas dominantes en la dictadura franquista, por ser la más próxima y, debería suponerse, mas conocida. Dicha expresión encaja perfectamente en la definición de una falta grave del régimen disciplinario de los magistrados: “La utilización en las resoluciones judiciales de expresiones innecesarias o improcedentes, extravagantes o manifiestamente ofensivas o irrespetuosas”(Art. 418.6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial).

La alusión a las dictaduras
Naturalmente, el CGPJ no va tomar ninguna iniciativa para abrir, al menos, diligencias informativas al TS como sí lo han hecho con el Juez de Instrucción de Palma que instruye el caso Urdangarin. Pero resulta sobrecogedor que se suscriba esa afirmación por una Sala del TS y, particularmente, por el Juez Varela. Debe recordarse que éste, en el Auto de 3/2/2010, de penoso recuerdo, en el proceso por los crímenes del franquismo, justificó “la extensa inhibición judicial” ante dichos crímenes, llegando a alabar la “encomiable sensibilidad” de la magistratura española ante los mismos.

Ello nos obliga a unas precisiones. Los jueces y fiscales colaboraron activamente con los sublevados en 1936, interviniendo en los Consejos de Guerra hasta 1943 y en todos los Tribunales represivos, incluido el Tribunal de Orden Público hasta 1976. Conocieron y consintieron las vejaciones, persecuciones y atropellos cometidos contra la oposición democrática. Nunca, salvo limitadísimas excepciones, persiguieron a los cuerpos represivos por la práctica sistemática de la tortura a miles de detenidos gubernativos y menos aún si procedían de la Brigada Social. Y, señores magistrados, los Consejos de Guerra no necesitaban autorizaciones judiciales para intervenir comunicaciones telefónicas. Cuando se implantó el TOP, la policía política siempre encontraba un juez dispuesto a autorizarla con un impreso carente de motivación, además de cuando resultaba innecesaria durante los largos estados de excepción. Realidad que, envueltos en sus togas, parecen desconocer. Y así hasta 1976.

Por todo ello, resulta innecesaria e injustificadamente ofensivo establecer la más mínima equiparación entre los Autos del Juez Garzón y la actuación de los jueces al servicio del fascismo. Ello obliga a rescatar y proclamar públicamente la dignidad democrática del Juez Garzón y la plena conformidad con las garantías y derechos democráticos de todas sus resoluciones.

Condicionamientos políticos y económicos
Cuánta razón tenía el Juez Garzón cuando en 2003, en el prólogo de una obra de la ex Juez francesa Eva Joly, expresaba su preocupación porque el poder judicial no se hallara “mediatizado por el poder político ni comprado por el económico y sin temor a ser censurado o sancionado por el propio gobierno de los jueces”[1].No podía imaginarse que, finalmente, un poder judicial, condicionado política y económicamente, acabaría con su condición de servidor de la Justicia. Pero, lo cierto es que, a causa de esta sentencia, el TS estará aún más alejado del pueblo soberano y de sus aspiraciones de justicia.

Carlos Jiménez Villarejo es jurista y ex fiscal Anticorrupción


[1]La obra es ¿Queremos realmente vivir en un mundo así¿.Editorial Foca.Eva Joly fue Instructora del caso de corrupción relacionado con la petrolera Elf.Estuvo constantemente intimidada y amenazada de muerte

lunes, 19 de marzo de 2012

DE JUECES Y DEMÁS

 

Benigno Martínez Ojeda

Edificio del Tribunal Supremo en Madrid

Hay derechos que parecen inalienables: como la intimidad, por ejemplo. Por eso las cámaras quizá deberían ser ilegales… Sin embargo yo creo que una de las decisiones más revolucionarias del Tripartito catalán fue instalar cámaras en las comisarías, hecho que ayudó a erradicar prácticas de tortura a los detenidos en las propias comisarías… en las que se instalaron. Ahora parece que se vuelve al “derecho inalienable” a la intimidad…

En un estado de derecho, los jueces, el poder judicial, son los únicos que pueden autorizar las excepciones a los derechos de la persona (a algunos, pues nunca se puede o se debería autorizar a la violación de la integridad de la persona, a la tortura…): la inviolabilidad de la correspondencia, o de las comunicaciones telefónicas, el seguimiento de la vida privada. El problema viene cuando estas excepciones vienen dictadas, se deciden, desde la “autoridad” política, o militar, o policial o de cualquier otro poder fáctico, que es lo que ocurría en el franquismo y ocurre y ha ocurrido en todos los regímenes dictatoriales.

Que los jueces no son Dios, es evidente, y por supuesto Garzón no es Dios (no creo que lo pretenda…) pero algo huele a podrido cuando “otros” jueces “condenan” a ese juez, pero no a los otros que han tenido la misma actuación en el mismo caso. Es un juicio “político” y a la persona, más que a su actuación, como ha ocurrido en este caso. Si de paso esa condena es un aviso para navegantes en el sentido de que “cuidado con quién te metes, con qué poderes te atreves a cuestionar”, porque hay rayas que no se puede atravesar, pues mejor que mejor… Yo así lo veo y creo que sin ser juristas hay muchos en mi misma situación.

En un estado de derecho cada pilar tiene su función lo que no quiere decir que lo que diga o haga cada pilar tiene asegurado su veracidad, que automáticamente tenga la ciencia infusa, la infalibilidad en la materia a su cargo y lo que hoy parece acertado dentro de dos siglos puede ser totalmente distinto como así ha ocurrido en la historia.

Todo esto me lleva a imaginarme algunas cosas muy chocantes:

Jesús es evidente que era un judío no solo de raza sino también de religión. Para sus congéneres la ley de Yavé era absoluta, y principio y fin de toda acción o actividad humana. Pero el evangelio lo que nos viene a demostrar una y otra vez es que Jesús relativizó absolutamente todos los aspectos de la religión, menos uno de los mandamientos: el amor, todo lo demás estaba en función del hombre, y si el hombre era pobre, marginado, mejor que mejor: no estaba el hombre para el sábado, el sábado era instrumental, solo en la medida que favorecía al hombre era importante y todos lo demás era igual. El único principio con categoría absoluta era el del amor, a Dios, pero que solo se “demuestra” en la medida que se tiene ese amor a los hermanos, a los demás...

En consonancia con esto Jesús “curó” en sábado, en claro rompimiento de la ley (y seguramente no habría pasado nada si hubiera esperado para curar al día siguiente…) y sobre todo perdonó a la adúltera… ¿Existiría el cristianismo si Jesús hubiera simplemente respetado la ley judía que mandaba lapidar a quienes se cogiera in fraganti, aunque hubiera exigido que para ello se cogiera y se lapidara al mismo tiempo al adúltero?

Cuando le plantean el tema, en plan de encerrona, Jesús no dice que esa ley es mala, solo ante la insistencia de los que se la han traído acaba diciéndoles: en todo caso el que esté libre de pecado que empiece, y hace como que se desentiende, pero cómo lo debió decir que empezando por los más viejos todos se marcharon dejando a la mujer a solas con Jesús. Siguiendo la ley Jesús “debería haber empezado a lapidar a la mujer. Pero lo que hace es todo lo contrario y le dice

-¿Dónde están los que te acusaban?

-Se han marchado, Señor.

-Pues yo tampoco te condeno. Vete y no peques más.

No es mi ánimo identificar a Garzón con Jesús, solo ver que la relatividad de muchos principios es una cuestión a definir y/o discernir en cada caso. No hay principios absolutos sobre todo cuando esos principios (o leyes) se pueden utilizar para realizar acciones injustas. En todo caso cada uno es responsable de sus acciones. En el franquismo hubo muchos curas que tuvieron que declarar en los juzgados sobre actos y personas a los que se quería juzgar y condenar por actividades “ilegales” pero justas. ¿Juraron en falso? Nunca lo diría yo, pero venia al caso aquello de puros, cautos como palomas y sagaces como serpientes

viernes, 16 de marzo de 2012

MARIANO EL LIBERAL

La Economía Ante Todo

CAPÍTULO I
Medidas para favorecer la empleabilidad de los trabajadores
Artículo 1. Intermediación laboral.
Uno. El apartado 3 del artículo 16 del Texto Refundido de la Ley del Estatuto de los
Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, queda
redactado del siguiente modo:
«3. La actividad consistente en la contratación de trabajadores para cederlos
temporalmente a otras empresas se realizará exclusivamente por empresas de
trabajo temporal de acuerdo con su legislación específica. Asimismo podrán operar
como agencias de colocación, siempre y cuando presenten una declaración
responsable mediante la cual se manifieste que cumple con los requisitos
establecidos en la Ley 56/2003, de 16 de diciembre, de Empleo, y su normativa de
desarrollo al servicio público de empleo competente.»
Dos. El artículo 1 de la Ley 14/1994, de 1 de junio, por la que se regulan las
Empresas de Trabajo Temporal, queda redactado del siguiente modo:
«Artículo 1. Concepto.
Se denomina empresa de trabajo temporal aquélla cuya actividad fundamental
consiste en poner a disposición de otra empresa usuaria, con carácter temporal,
trabajadores por ella contratados. La contratación de trabajadores para cederlos
temporalmente a otra empresa sólo podrá efectuarse a través de empresas de
trabajo temporal debidamente autorizadas en los términos previstos en esta Ley.
Las empresas de trabajo temporal podrán, además, actuar como agencias de
colocación siempre y cuando presenten una declaración responsable mediante la
cual se manifieste que cumple con los requisitos establecidos en l

jueves, 15 de marzo de 2012

Prevaricación, ética, fines y medios

 

BALTASAR GARZÓN

 

Miguel Ángel García Carmena, CPS Madrid

A raíz de la sentencia condenatoria por prevaricación al juez Garzón por el caso de las escuchas ilegales a los abogados del caso Gurtel, me he planteado si analizamos los hechos y propuestas con los mismos valores éticos, lo que viene desde los nuestros( izquierdas), que la de los otros (derechas) y si en la vida política y social actual se está imponiendo el “vale todo” para conseguir los fines perseguidos.

Estas pregunta me han venido a la cabeza, al escuchar a personas de mi más alta consideración política, intelectual e incluso poética, con los que habitualmente estoy de acuerdo y que han manifestado mayoritariamente opiniones descalificatorias para el Tribunal que dictó la sentencia o el Tribunal Supremo , lindezas como su perdida de legitimidad, soberbia clasista de los vencedores de la Guerra Civil, objetivo preparado de antemano (prevaricación de los jueces), comparar a nuestros jueces con los jueces nazis, como si todo fuese el producto de una conspiración de los franquistas, que se han hecho con el máximo órgano judicial y las instituciones democráticas.

La mayoría de estas críticas, además de las descalificaciones, no se centraban o incluso no aparecía ninguna noticia sobre el hecho objeto de la sentencia, que no era otro que las escuchas ilegales y el Derecho de Defensa en un sistema democrático y se ceñían sobre otros temas que el juez Garzón a trabajado con valentía y honestidad como el narcotráfico, terrorismo,corrupción o crímenes contra la humanidad.

Sin ser experto en leyes, hasta ahora yo creía que uno de los pilares del estado democrático eran la erradicación de las escuchas ilegales, el derecho de defensa y la eliminación de la tortura Me acuerdo todavía cuando en el franquismo nos detenían, nos torturaban, y las declaraciones hechas ante la policía eran suficientes para emitir condena.

Me pregunto que hubiera pasado en el futuro, si la sentencia de estas escuchas hubiera sido absolutoria, la previsión que se puede hacer es que ,no este juez, sino otros , podrían intervenir nuestras conversaciones, con nuestros abogados y en definitiva vulnerar el derecho de defensa, que solamente en nuestra legislación está justificada con mucha rigurosidad solo en caso de terrorismo y que esté en juego la vida de personas.

Yo he vivido situaciones de gente de “mucha ética”, que justificaban por ejemplo la tortura, por ser realizada para un buen fin. En el franquismo se torturaba, se detenía, pero era por un buen fin, como era para muchos la salvaguardia de la paz, la estabilidad , el gobierno, (lucha contra el enemigo, comunistas,anarquistas, etc), en ese mismo momento otras autoridades en otros países detenían y torturaban, también con un fines para ellos loables (lucha contra el enemigo: disidente, fascista, etc.).

Parece como si existiera una verdad, que no ponemos en duda si viene de “los nuestros”: nuestro partido, nuestro periódico, nuestra lealtad es acrítica, no nos preocupa si los hechos no refrendan la opinión, si desgasta al enemigo ,el fin es bueno. No digamos nada de los miles de muertos y destrucción de infraestructuras ,de las últimas décadas en conflictos como los de Vietnam, Camboya, Irak,Afganistán, Yugoslavia, Libia, Siria..., si el fin es bueno como implantar la democracia, armas de destrucción masiva, matar a población civil,etc. (la mayor parte mentiras, petróleo e imperialismo).

Con un poco de ironía,, podríamos simplificar y funcionar con pocos principios como:

1.- Todo lo que digan nuestros enemigos no es correcto, debemos pedir y hacer lo contrario.

(A veces los enemigos no están claros)

2.- Nuestros enemigos son unos fascistas y para los otros sería : son unos utópicos, anti sistema,...

Para mi, sigue siendo importante redefinir nuestro trabajo, basado en una ética que no puede desligarse de los medios que utilicemos para conseguir nuestros objetivos, no vale todo, resume bien lo que pienso esta frase de Simone Weil “El futuro se hace con la misma substancia que el presente” o también lo referido (1) en un “articulo sobre Bertran Russell y la ética aplicada a las ciencias que defendieron los ilustrados del siglo XVII que rechazaba la idea de que el fin justifica los medios, manteniendo firmemente que los medios tienen primacía sobre los fines. Para ellos la obediencia a las leyes (leyes justas), proceder metódicamente de acuerdo a un método adecuado y transparente , era prioritario...No hay que esforzarse mucho en argumentar que poner los fines por encima de los medios constituye una perversión que puede destruir una sociedad “.

(1)El valor del fracaso digno. José Manuel Sánchez Ron.El Pais 11/11/2010

11/3/12

lunes, 12 de marzo de 2012

ERODESENCANTO

COMISION EURO

EDIFIO DE LA COMISION EUROPEA EN MADRID

AUTOR CLAUDI PÉREZ

La crisis ya no es solo económica, sino también política, social y de identidad.

El proyecto de unión nacido de la posguerra languidece

“Europa es una pesada carga que nuestros padres nos ataron a los tobillos por culpa de nuestros abuelos”. Un joven estudiante alemán pasea todo ese tormento a sus espaldas en el Instituto Universitario Europeo, en Florencia. A mil kilómetros de allí, en un pequeño restaurante próximo a la Comisión Europea de la capitalísima Bruselas, un alto funcionario de un país del Sur sentencia que la UE “ya es, o debería ser, una organización internacional como la OCDE o el Fondo Monetario Internacional; ni más ni menos”.

Ese euroburócrata y el universitario no se conocen, y sin embargo comparten una sensación que recorre el continente de arriba abajo, como una larga cicatriz. El eurodesencanto, convertido en algunos lugares en un irritante euroescepticismo —el de los movimientos nacionalpopulistas que tienen el viento a favor en varios países—, es la penúltima estación de esta crisis que ya no es solo económica, sino también política y social, de identidad y de modelo; una crisis invasiva, cancerígena, omnipresente. Para combatirla, Europa se mueve, pero solo cuando tiene el agua al cuello y siempre arrastrando penosamente los pies. Europa, en fin, tiene gripado el motor, el relato compartido que sostuvo durante tres generaciones el proyecto de posguerra de la integración europea. Ha perdido el hilo. Y tiene difícil recuperarlo porque su genética es controvertida y sus dudas sobre sí misma cada vez mayores.

“Ya no se puede convencer a los jóvenes de que la UE es imprescindible para evitar otra guerra. Hay una generación para la que eso ya no vale. Necesitamos nuevas razones”, ha dicho esta semana el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble. Durante un tiempo, el recuerdo de la guerra total fue un impulso determinante para construir Europa; después, la economía y la moneda fueron el hilo del que tiró la política para coser las costuras de la Unión. Al cabo, unión monetaria y moneda única exigen una enorme confianza mutua: nadie vende nada a cambio de un billete si no confía de veras en ese pedazo de papel.

Esa imprescindible confianza se ha desmoronado.

Europa se mueve, pero solo lo hace con el agua al cuello y arrastrando los pies

Una idea de Europa se está apagando. Antes y después de la introducción del euro la UE fue un foco de atracción para muchos países que veían en Europa un modelo atractivo, el de la economía social de mercado, el del Estado de bienestar, el de valores como la prosperidad y la modernidad. La crisis económica es ahora la crisis de esos valores. “Y coincide con la emergencia de los tópicos más baratos, con esa guerra dialéctica entre un Norte supuestamente trabajador y ahorrador, y un Sur vago y despilfarrador. Sin líderes políticos capaces de construir otro discurso, y con Alemania tratando de imponer su modelo, la legitimidad del proyecto europeo se convierte en un envoltorio de cristal, frágil y vulnerable”, asegura Josep Borrell, expresidente del Parlamento Europeo.

El optimismo de hace 10 años choca con la desmoralización actual, que es hija de esta crisis marcada por la desilusión y el miedo, la ausencia de un liderazgo fuerte, una toma de decisiones diabólicamente ineficaz. Todo eso deja “la sensación de haber pasado del cielo al infierno sin pasar por el purgatorio”, resume una fuente comunitaria. En realidad ese purgatorio existe: Grecia y sus más de dos años de martirio. La crisis griega, convertida después en crisis existencial del euro, es la constatación de que la economía determina en última instancia todo lo demás. Y la enfermedad económica europea es en realidad un cuadro clínico en el que hay varias dolencias que se retroalimentan: daños en el sistema circulatorio (la banca); daños en el sistema nervioso (la toma de decisiones, entre Bruselas y el directorio Merkozy); daños causados por el colesterol (exceso de grasa en la deuda pública y, sobre todo, privada), y últimamente anemia (estancamiento o camino de la recesión en todo el continente). A eso hay que sumarle esa dolencia asintomática, la pérdida del espíritu europeísta, y los efectos secundarios del tratamiento equivocado contra esos males, como consecuencia de un diagnóstico más que discutible.

Europa se ha recetado a sí misma austeridad en vena, prescrita por Berlín e inyectada vía Bruselas. Los mandarines del euro creen que el primer problema, la gran causa de la crisis, es fiscal. No solo en Grecia: en toda Europa. Y como tal, pretenden acabar con ella a base de recortes. No está claro, nada claro, que eso sea así: Paul Krugman, Joseph Stiglitz y compañía son los más beligerantes contra ese diagnóstico y la consiguiente cura; hasta el FMI, que solía estar justo al otro lado del tablero ideológico, ha alertado contra los excesos a la hora de declinar el verbo recortar.

La confianza entre los socios de la moneda única se ha desmoronado

Los efectos secundarios de la austeridad son conocidos. A la corta, sobre todo si se aplica en todas partes a la vez y en un entorno de excesivo endeudamiento de todos los agentes —Estados, bancos, empresas y ciudadanos—, el resultado es más debilidad económica, que se acaba trasladando a la banca (vía morosidad) y a la deuda pública (más dudas acerca de la capacidad de pago de los países: sin crecer es imposible pagar). En fin: hay quien compara los recortes con las sangrías de los matasanos del medievo.

El desafío es considerable: salvando las distancias, el continente “corre el riesgo de romperse por tercera vez en un siglo”, esta vez sin tanques ni aviones, con los mercados financieros como única artillería, explica con un punto catastrofista —tan de moda últimamente— Edwin Truman, del Peterson Institute. El coste de esa ruptura del euro, a pesar de las Casandras, es tan elevado que lo más probable es que no se produzca. Siempre con lentitud y siembre a golpes, Europa ha ido avanzando en la dirección correcta (regulación financiera, pasos adelante en la unión económica) y ha conseguido cosas impensables hace dos años. El camino es largo y oscuro: los argentinos saben que a veces la luz al final del túnel engaña y no es más que un tren de mercancías que se dirige hacia nosotros a toda velocidad. En ese trayecto hay media decena de estaciones fundamentales.

La banca. Prólogo y epílogo de la crisis. El prefacio de la versión europea de la Gran Recesión contiene toda la historia, como las primeras frases de las grandes novelas. En el principio fue la crisis financiera. Por diversas causas: porque algunas entidades metieron las zarpas en las hipotecas basura de EE UU (la banca alemana), por las burbujas inmobiliarias (Irlanda, España y de nuevo Alemania, cuyos bancos financiaron esas burbujas en la periferia), o porque las entidades estaban hasta las cejas de deuda pública europea, el que hace dos años era uno de los activos más seguros del mundo, y cuyo deterioro ni Bruselas ni el tándem Berlín-París son capaces de detener. Es difícil parar ese círculo vicioso entre crisis bancaria y crisis de deuda soberana porque el análisis sigue basado en la premisa equivocada: que esta es una crisis causada por el exceso de deuda pública. Falso, salvo en el caso griego. España e Irlanda tenían superávits fiscales (frente al déficit alemán) antes de los problemas.

El optimismo

de hace 10 años

choca con la desmoralización

En fin, el prólogo de la Gran Recesión fue la crisis financiera; el epílogo probablemente también lo será. Al cabo, ahí, en los balances de los bancos, siguen larvados los excesos de todos los agentes económicos, que durante años minusvaloraron los riesgos asociados a una economía cada vez más financiera: es decir, más arriesgada y más difícil de controlar. Luego vino todo lo demás. Purgar esos excesos durará años.

La deuda pública y el poder de las historias. Todo se arregla con historias”, dice Luis Landero en uno de sus libros. Todo se arregla, o todo se va al garete con ellas. En el caso de Europa, el problema de la deuda es variopinto: el storytelling del caso de Grecia es muy distinto del de Portugal e Irlanda o el de España e Italia. Pero Grecia, apenas el 2% del PIB europeo, es una especie de arquetipo de ese drama en capítulos que es la crisis europea y de los merados financieros.

Una manada de búfalos corre lo que corre el búfalo más débil; si los lobos ven que pueden atacar a ese búfalo, la veda está abierta para el siguiente (Portugal), para todos los demás. Eso es, poco más o menos, lo que ocurre en Europa. Grecia tiene un problema de solvencia. La deuda ya se le ha ido de las manos. Lleva cuatro años de recesión, el paro crece a toda velocidad, el dinero huye de allí, los bancos sobreviven solo por la respiración asistida del BCE. Los mercados (los lobos) observan cómo Europa es incapaz de lidiar con el problema griego, han olido sangre y atacan por ahí. Al primer rescate le siguió un segundo plan de ayuda, y en Alemania se habla ya de un tercero: ni siquiera los 130.000 millones de euros del programa aprobado recientemente, que incluye la participación de la banca en la reestructuración de la deuda griega, eliminan los riesgos de que la solución al problema se siga tejiendo y destejiendo una y otra vez, como el mito de Penélope.

El prólogo de la Gran Recesión fue financiero; el epílogo también lo será

Frente a las soluciones extremas (solidaridad total o dejar caer a Atenas), la UE prefiere una solución intermedia. Hay buenas razones tras esa decisión: políticas (Grecia engañó a sus socios y su salvamento crea una especie de dilema moral en países como Alemania), ideológicas (no hay rescate sino créditos, aunque al menos ahora en buenas condiciones, pero la financiación no llega si Grecia no hace lo que se le ordena: un consenso de Berlín basado en austeridad y recortes). Incluso hay buenas razones económicas: un salvamento en toda regla provocaría que otros países, como Portugal o Irlanda, quisieran lo mismo; lo contrario, dejar caer a Grecia, podría provocar un efecto contagio jupiterino: un momento Lehman. Los analistas consideran que Europa se ha rearmado y que está mejor preparada que hace unos meses para contener ese huracán. Pero cuidado. Como decía el liberal Rudi Dornbusch, “los desequilibrios, en economía siempre duran más de lo que se espera y siempre se corrigen de forma más brusca de lo previsto”.

La economía en declive. España como piedra de toque. A una crisis provocada por un excesivo endeudamiento privado que acaba convirtiéndose en público los Gobiernos responden con políticas de austeridad: el resultado es una peligrosa recesión. Esa es la historia reciente de Europa, pero así sucedió también en Japón en los noventa y ese país lleva 20 años en hibernación. El mismo debate tuvo un tal John Keynes con el Tesoro británico en los años treinta del siglo pasado. La historia no se repite, pero vaya si rima: la economía europea se recuperó del batacazo de Lehman Brothers vía estímulos, pero en ese momento empezó el miedo en el mercado de deuda, Alemania decretó recortes y el PIB europeo se contrajo el 0,3% en 2011. Italia, Holanda, Bélgica, Grecia y Portugal ya están en recesión; España e Irlanda, rozando el larguero. Y España vuelve a ser la frontera del euro: los analistas afirman que si Bruselas insiste en la senda de reducción del déficit que ha impuesto (en España, del 8,5% de 2011 al 4,4% este año: 40.000 millones), la segunda Gran Contracción —como la denominan Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart— no hará más que agravarse.

“Alemania impuso hace más de 10 años un régimen de contención de los salarios y una flexibilización del mercado laboral casi violentos: eso explica su boom exportador y buena parte de los desequilibrios que emergieron en casi toda Europa. Contra eso, la única respuesta de la UE es la austeridad generalizada. Trabajad y ahorrad como nosotros, parecen decir los alemanes. Sacrificaos: los mercados siempre tienen razón y han decretado deflación para España, para todos. Pero los mercados no siempre tienen razón. Si se equivocaron durante años financiando a Grecia a los mismos tipos de Alemania, ¿qué garantías hay de que ahora estén acertando? ¿Toda Europa debe ser como Alemania?”, se pregunta Paul de Grauwe, de la London School of Economics. De Grauwe es extremadamente crítico con Berlín: “El elemento clave que introduce el elemento alemán es represivo. Instala una visión muy negativa, la de una UE basada solamente en la disciplina. Con ese único ingrediente, el proyecto europeo puede funcionar. La solidaridad permitiría aceptar esa disciplina, pero en Berlín esa es una palabra tabú”, concluye.

El caso español va a ser un examen definitivo de las nuevas reglas fiscales

El caso español va a suponer un examen definitivo para todas esas reglas aprobadas por la presión alemana a pesar de que la realidad desmiente una y otra vez que esa sea la salida. “La ideología que está detrás de los recortes es demencial: recortar 40.000 millones en un año para cumplir las reglas a rajatabla, como se le pide a España, es un suicidio. Si esas son las reglas, habría que cambiarlas: son estúpidas. Es lógico que el Gobierno de Rajoy trate de limitar los daños. El problema fundamental es que el núcleo directivo de Europa no asume que esa píldora sin anestesia es contraproducente”, sostiene Borrell.

España ha vuelto al centro de la diana. “La Comisión está elevando el tono con Madrid, en parte porque Madrid no ha hecho las cosas nada bien, aunque lo que pide Rajoy tiene toda la lógica. Pero esto no va de lógica: Bruselas tiene la última palabra sobre las metas de déficit y de momento, aunque no haya sanción, es preocupante el estigma que eso puede suponer para la prima de riesgo y la financiación exterior española”, dice una fuente diplomática. “Es un momento muy delicado porque Europa se juega la credibilidad de sus reglas, y puede que esas reglas sean absurdas, pero España se juega mucho más”.

Eurobonos y el puente sobre el río Kwai. El problema más acuciante sigue siendo Grecia. Hay una especie de consenso entre los economistas: el último plan de salvamento sirve para ganar tiempo, pero el problema sigue ahí, latente. Si Europa pretende que Grecia sea un caso único debe acelerar la construcción de un cortafuegos potente para evitar el contagio. Y para más adelante, debe construir un mecanismo de solidaridad creíble, algo parecido a lo que permite que EEUU pague primas de riesgo como las de Alemania pese a tener un déficit como el de España, una deuda como la de Italia y algunos Estados (California) con situaciones a la griega.

La solución son los eurobonos. Pero no es tan fácil: en economía no hay comidas gratis. Si hay que mutualizar la deuda, no basta con una política monetaria común; también hay que armonizar las políticas fiscales, y eso lleva su tiempo, y sobre todo exige un cambio del mobiliario sociopolítico en muchos lugares, con los viejos Estados-nación resistiéndose, como siempre, a ceder soberanía. Alemania se opone a los eurobonos porque argumenta (con muy buenas razones) que pasará mucho tiempo antes de que llegue la deseada armonización fiscal.

Pero si los eurobonos son la otra orilla del río, el Banco Central Europeo (BCE) tiene que ser el puente que permita a Europa llegar hasta ellos sin ahogarse. El BCE está funcionando para los bancos: la barra libre de liquidez a tres años ha sido fundamental para evitar un accidente, para explicar el remanso de paz de las últimas semanas. Pero el Eurobanco no pone el mismo énfasis en salvar a los bancos que a los Estados. Ha comprado bonos, pero a regañadientes por las resistencias de Berlín. Y ha tenido que idear una fórmula imaginativa para que con ese dinero sean los bancos quienes compren la deuda europea y sorteen así el dogmatismo y la ortodoxia del Bundesbank, que aun así no ha ahorrado críticas al BCE, probablemente la institución que más ha hecho porque el club del euro se sostenga en pie.

Posdemocracia, camisas de fuerza y otros monstruos. Las grandes crisis económicas son movimientos tectónicos que aceleran el declive de unos imperios y la emergencia de otros. Y suelen acarrear terremotos políticos, sociales, de todo tipo. La legitimidad democrática es una de las grandes críticas que ha recibido la UE desde siempre, y esa crítica es hoy más actual que nunca: la gran preocupación de muchos europeos son los límites externos, las camisas de fuerza que impone la Comisión Europea —cuyos comisarios no pasan por las urnas— a los Gobiernos nacionales. Las secuelas en las relaciones entre economía y democracia son uno de los motores del eurodesencanto: la política se ha convertido en algo que los mercados (y algunos eurócratas) ven como un riesgo potencial (La fragmentación del poder europeo, J. I. Torreblanca).

Lo que algunos analistas llaman posdemocracia gana peso en Europa: el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, ha advertido al Gobierno tecnocrático de Italia que “no tiene tiempo” de pensar en convocar elecciones. La Unión presiona también para que Grecia retrase los comicios, y ha llegado hasta el extremo de obligar a todos los partidos a firmar un documento en el que se comprometen a no revocar los recortes si ganan las elecciones: sea cual sea el programa electoral con el que se presenten. La Comisión amenaza con sanciones a algunos países por no meter la tijera, pero no serán los comisarios quienes se presenten a las elecciones si el recorte no sale como se esperaba. Todo ello es fruto de un estado de excepción permanente, en lo económico y probablemente también en lo político, que no hace más que alimentar ese mal posmoderno que es el eurodesencanto.

En su monumental Posguerra, Tony Judt hablaba de la “respuesta hiperbólica” europea hasta hace poco: “Resulta comprensiblemente tentador narrar la historia de la inesperada recuperación europea a partir de 1945 en clave autocomplaciente o incluso lírica. Al igual que muchos mitos, ese milagro encierra un mínimo elemento de verdad, pero deja fuera la mayor parte”. Con la crisis, el péndulo ha cambiado y está justo al otro lado: el pesimismo acerca de Europa, ese eurodesencanto, está tan sólidamente incrustado que va a costar mucho tiempo y esfuerzo despejarlo. Europa, la vieja utopía factible, corre el riesgo de parecer hoy un poco menos factible, incluso para quienes hicieron del europeísmo una segunda piel. Pero quién sabe.

Fuente “El País Negocios” 11 de marzo de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

HA MUERTO GIULIO GIRARDI


Ha muerto Giulio Girardi, amigo de CPS.

Al recibir la noticia no pude menos de pensar que nos deja uno más de nuestros padres y hermanos en la fe y el compromiso. De aquellos que intervinieron en el Concilio para buscar espacios de permeabilidad entre fe e Iglesia y mundo; de los que se acercaron con compasión a las mayorías pobres de América Latina y ayudaron a entender el evangelio como Buena Nueva de Liberación; de los que iniciaron el diálogo con otras confesiones; de los que abrieron caminos para comprender desde la fe el reto de la conservación de la naturaleza; de los que crearon lazos de entendimiento con las culturas indígenas etc.

Giulio fue uno de ellos. Pagó un enorme precio personal por su fidelidad a estos principios. Nunca será suficiente nuestro reconocimiento a estos atrevidos intelectuales que abrieron caminos que después otros podemos seguir con mayor comodidad. Colaboró en la redacción del “Esquema XIII” del Concilio, la Lumen Gentium, en los apartados referentes al ateísmo; a partir de 1965 impulsó los importantes “Debates de Salzburgo” acerca de este mismo tema y la monumental enciclopedia “El ateísmo contemporáneo”. De pensamiento crítico y antidogmático, también en su marxismo. Amigo de Lombardo Radice, de Garaudy, de Thorez, de Adam Shaff.

Paradógicamente, años más tarde fue condenado por el Vaticano por defender lo mismo que el Concilio había aprobado. Se le privó de la cátedra en Roma y se le expulsó de la congregación Salesiana de la que formaba parte. A partir de entonces vivió en un doloroso ostracismo institucional.

Empezó a relacionarse con América Latina. Primero en el Chile de Allende, donde participó en la creación de Cristianos por el Socialismo, e inmediatamente en la inevitable Cuba y en la Nicaragua Sandinista. Allí impulsó la creación del Centro Antonio Valdivieso y de allí describió su “Nicaragua, trinchera teológica”. América Latina, y especialmente Nicaragua, fue su segundo hogar durante muchos años.

En uno de sus últimos libros Teología de la liberación y refundación de la esperanza” (Viejo Topo, 2004) afirma que, lejos de desaparecer, la Teología de la Liberación encuentra nuevas fuentes de inspiración en el renacimiento de los movimientos indígenas.

Pero sobre todo a Giulio habrá que agradecerle su fidelidad al evangelio. De esta fuente nacían sus otras fidelidades, su humildad, su constancia en el trabajo, su esperanza.

En marzo de 1999 le hice una larga entrevista que en abril se publicó en Iglesia Viva. En este momento es especialmente oportuno recordar las últimas palabras:

“No quiero analizar aquí las razones de mi fe, pero si tuviera que describirla me fijaría en este sentimiento de serenidad ante la vida y ante la muerte que me confiere la convicción que Dios me ama desde siempre y hasta siempre, que Jesús es mi amigo entrañable. Creo que esta confianza ha sido, y sigue siendo el hilo conductor de mi vida, de mi búsqueda y de mi pensamiento. Esta opción se ha concretado para mí en la opción por los oprimidos, como signo de fidelidad al Amor. El lema de mi primera misa (1955) fue "hemos creído en el Amor". Era ya el signo de una orientación que empezaba a tomar mi formación sacerdotal. Es el sentimiento de que Dios me ama y quiere que yo sea testigo de su amor en el compromiso para que el amor llegue a ser históricamente eficaz, para que llegue a ser el alma de un mundo nuevo.

Algunos me preguntan, "¿tu nunca hablas de la muerte? no pareces preocupado". Yo tengo 73 años, y por lo tanto mi muerte está bastante cercana, pero no me preocupa. Si es cierto que Dios me ama, la muerte va a ser un encuentro formidable con Él y con la luz, voy a entender mucho más lo que significa ser hijo de Dios, ser identificado con Dios. Creo que esta dimensión, de la identificación con Dios en Jesús no la hemos subrayado suficientemente. Para mí, han sido las religiones orientales las que me han ayudado a redescubrirla por medio de la meditación: ellas pues siempre insisten en profundizar esta experiencia de identificación con Dios "yo soy tu, y tu eres yo". Esto me ha llevado también a releer con más atención los textos del Evangelio donde Jesús habla de su identificación con el Padre y con nosotros. Esta identificación, que es el centro de mi experiencia de fe, es una fuente inagotable de fuerza, de luz y de esperanza.”

Jaume Botey Vallés

EN LA MUERTE DE GIULIO GIRARDI

Giulio Girardi, conciencia crítica del catolicismo

Fallece uno de los más brillantes teólogos de la liberación

clip_image001

Giulio Girardi, teórico de la teología de la liberación. /CONSUELO BAUTISTA

Son muchos los recuerdos que se agolpan en mi memoria tras recibir la noticia del fallecimiento, el pasado domingo, de Giulio Girardi, uno de los más brillantes teólogos de la liberación y conciencia crítica del catolicismo romano.

Nacido en El Cairo (Egipto) en 1926 de familia sirio-libanesa e italiana, ingresó, siendo adolescente, en la Congregación Salesiana, a la que estuvo vinculado hasta su expulsión en 1977. Recibió una brillante formación interdisciplinar: filosófica, teológica y sociológica, que desarrolló en sus numerosas publicaciones y como profesor en diferentes centros católicos y en la Universidad de Sassari (Cerdeña). Tres son los momentos más creativos de su biografía intelectual: el Concilio Vaticano II, el diálogo cristiano-marxista y su compromiso con América Latina durante los últimos 30 años.

Sus lúcidos análisis en el Vaticano II contribuyeron al cambio de paradigma eclesial: de la Iglesia como juez del mundo a la Iglesia solidaria con los gozos, tristezas y esperanzas de los hombres y mujeres. Participó activamente en los debates sobre el ateísmo, que dieron lugar a uno de los textos más logrados y mejor fundamentados de los documentos conciliares. También en este terreno colaboró al cambio de actitud de la Iglesia: del anatema al diálogo. Su obra más emblemática en este campo fue la gran enciclopedia sobre El ateísmo contemporáneo, punto de referencia obligado todavía hoy.

Girardi dejó una huella indeleble en el diálogo entre cristianismo y marxismo, donde tuvo como interlocutores a intelectuales marxistas como Lombardo Radice, Cesare Luporini, Roger Garaudy o Milan Machovec y a teólogos católicos como Metz, Rahner, Aguirre, Álvarez Bolado y González Ruiz. Unos y otros contribuyeron a desdogmatizar el cristianismo y el marxismo y a tender puentes de encuentro por el camino de la ética. Fue, a su vez, inspirador, impulsor e ideólogo del movimiento Cristianos por el Socialismo, que iba más allá del paradigma renovador del Vaticano II y anunciaba un cambio radical conforme a la proclama del Che Guevara: “El día en que los cristianos se atrevan a dar testimonio revolucionario integral, la revolución latinoamericana habrá triunfado”.

El tercer momento fue su compromiso con la liberación de los pueblos de América Latina y el Caribe, sobre todo su apuesta por la revolución cubana, la revolución sandinista y los pueblos indígenas sometidos al colonialismo tanto exterior como interior. Ahí queda, todavía sin responder, su pregunta incisiva en tono de denuncia, que da título a uno de sus libros acusadores: La conquista, ¿con qué derecho? Como queda también el Centro Antonio Valdivieso, donde escribió algunas de las mejores investigaciones sobre sandinismo, marxismo y cristianismo en la nueva Nicaragua. Es, sin duda, la mejor herencia que nos deja para continuarla y enriquecerla en el nuevo escenario político y religioso latinoamericano y caribeño, tan esperanzador como amenazado.

Girardi se convirtió durante más de medio siglo en la conciencia crítica del catolicismo romano. En su ensayo La túnica rasgada hace un análisis demoledor muy certero del proyecto de restauración cristiano-católica de Juan Pablo II, de la doctrina restauracionista de la ortodoxia católica desde el dogmatismo de Ratzinger —hoy Benedicto XVI— y del proyecto de restauración católica del capitalismo, vinculada con la restauración imperial de los Estados Unidos bajo el impulso de Ronald Reagan. ¡La Iglesia católica, al servicio del Imperio! Girardi hizo avanzar la historia en dirección a la libertad y a la liberación e interpretó el evangelio desde el lugar de los pobres y que podemos leer en sus libros, ¡más de 50!

Juan José Tamayo es teólogo y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso.

JUAN JOSÉ TAMAYO

Giulio Girardi, teórico de la teología de la liberación. / consuelo bautista