martes, 18 de febrero de 2014

GRIETAS EN EL DISTRITO RIN




 

Grietas en el Eurodistrito del Rin

Rafael Poch | 17/02/2014
El referéndum de Suiza contra la emigración de la UE solo es un síntoma de cómo el proyecto europeo, socialmente devaluado por la crisis y sus estafas, pierde cohesión y base social.
La frontera  de Saint Louis, junto a Basilea
EL EUROPÍSMO SE DERRUMBA EN ALEMÁN
 
La frontera de Saint Louis (en Francia), junto a Basilea (Suiza) / Foto: Rafael P. de Feliu
Esto era la granja modelo de la Unión Europea: tres países, Francia, Alemania y Suiza, dos de ellos enemigos históricos y hoy pilares de la UE, y el tercero históricamente neutral y hoy con acuerdos estrechos con Bruselas, conviviendo, sin fronteras y con infraestructuras comunes, alrededor del Rin: el corazón de Europa.
Es el llamado “Eurodistrito del Rin” o “Aglomeración trinacional de Basilea”, con 2,3 millones de habitantes de las tres naciones. A un lado la ciudad suiza, sede de importantes industrias, al otro Saint Louis, villa francesa de la alta Alsacia, y un poco más allá Lörrach, parroquia de Baden-Württemberg, el estado más boyante de la dominante Alemania. Todo en razonable armonía. Y en eso llegó el referéndum suizo.
El día 9 los suizos aprobaron en consulta limitar la emigración europea, renegociando los acuerdos vigentes establecidos en la materia con la UE. El mandato, que habrá que ver cómo se aplica, contempla el establecimiento de unas cuotas de emigración dentro de tres años. La UE, que cada vez más se comporta como un imperio arrogante y autoritario ha recibido una bofetada de la pequeña Suiza. ¡Intolerable!
En la prensa alemana se lee que en el referéndum de Suiza, “ha ganado la estrechez de miras y la cerrazón” y ha perdido, “la tolerancia y la justicia”. La canciller Merkel ve “importantes problemas”. En Bruselas se enfadan, congelan acuerdos y amenazan con represalias.
Nadie parece ser consciente del espejo que ese referéndum, en el que indudablemente la derecha suiza ha capitalizado un resentimiento nacional hacia ciertos deterioros, ofrece a toda Europa y en primer lugar a Alemania.
Desayuno
Desayuno en Saint Louis, 20.000 habitantes y una calle sin gracia que acaba en la frontera. Bajo las banderas de Francia y Suiza un edificio de aduanas abandonado desde 2008 y con las ventanas polvorientas. Edouard Dombó es uno entre las decenas de miles de franceses que atraviesan diariamente esta frontera para trabajar en Basilea. Treinta años en “Swiss Metall”, una empresa metalúrgica que fabrica piezas para relojes. La empresa la han comprado los chinos que se van deshaciendo poco a poco de la plantilla. “Alguno de mis compañeros se ha suicidado”, dice. Ya sesentón, él se ha podido jubilar. El referéndum del domingo va a cambiar aún más el ambiente hostil hacia los “frontaliers” (en alemán “Grenzgänger”, en italiano “frontalieri”) los que atraviesan cada día la frontera para trabajar en Basilea, explica. “Mi hijo, que nació en Suiza se ha encontrado con que esta semana le han puesto problemas para obtener el pasaporte suizo, le han dicho que hay que esperar a ver qué pasa”. “Todo esto no anuncia nada bueno para Europa”, dice Dombó, nacido en Martinica y votante de François Hollande. ¿Decepcionado?, “claro, pero, ¿qué se podía esperar de Hollande? Todo esto supera a los políticos. Tampoco Obama ha podido cambiar nada en Estados Unidos”, dice. “El euro lo desordena todo, esto no hay quien lo arregle”, concluye encogiéndose de hombros.
En la sede del Comité de defensa de los trabajadores del Alto Rin (CDTF) la organización de los frontaliers, los teléfonos no paran de sonar. “El referéndum ha sido una bêtise total”, dice Jean-Luc Johaneck, presidente de la CDTF.  “Ante la crisis todo el mundo tiene miedo y éstas son las reacciones”, explica. “Va a ser muy difícil aplicar el resultado del referéndum porque Suiza necesita esa mano de obra”, pronostica Johaneck.
Almuerzo
Almuerzo en Basilea, magnífica ciudad. En su catedral gótica, tumbas de comerciantes burgueses judíos del siglo XVI junto a las de la aristocracia y el clero local. La industria de Basilea es enormemente dependiente de los “frontaliers /Grengänger” para su funcionamiento. Por eso, la ciudad ha sido, junto con Zurich y el cantón de Zug (sede de empresas fantasmas), el único de la Suiza alemana donde no ganó el referéndum.
“La consulta no va a tener incidencia inmediata, todo dependerá de cómo el gobierno aplique su mandato”, dice Katrin Bauman, jefa de recursos humanos de “Bell”, primera empresa suiza de procesamiento de carne. Con 3000 empleados en el país, “más del 60%” de la plantilla empleada en producción de la fábrica de Basilea son “frontaliers”, dice Bauman. La fábrica se ve desde la frontera y en su parking la mitad de los coches son de matrícula francesa. Al lado de “Bell” hay una fábrica del gigante Novartis, segunda empresa farmacéutica mundial. Su sede es Basilea, pero su contabilidad se hace en Chequia. Sin los extranjeros, y especialmente contra Europa, Suiza se hundiría económicamente. El pequeño país recibe de Europa la mitad de sus inversiones y le vende dos tercios de sus exportaciones. Para muestra el queso.
“Europa absorbe el 80% de la exportación de nuestro queso, que podría pagar la factura de la limitación de la emigración”, dice Manuela Sonderegger, portavoz de Switzerland Cheese Marketing. La mayor parte del emmentaler, gruyère y del apenzeller se vende en Alemania, Italia y Francia, explica.
Té a las cinco
Té vespertino en Lörrach, 48.000 habitantes. Un centro histórico antiguo destrozado por el comercio y por un sentido práctico germano sin la menor concesión a la estética. Aquí son 50.000 los alemanes que atraviesan cada día la frontera hacia Suiza para trabajar. Gracias a la tacañería salarial alemana, médicos y enfermeras ganan más del doble en Suiza. En Lörrach una enfermera gana, con suerte, 1500 euros, en Suiza 4000 francos, equivalentes a 3200 euros. En el Tesino, en la suiza italiana, una secretaria de abogado gana 3100 euros, en Italia un abogado joven, si encuentra trabajo, unos 1500. En Francia el salario mínimo es de 1700 euros. Y la diferencia va en aumento: en Suiza en mayo se votará, en otro referéndum, el establecimiento de un salario mínimo de 3300 euros. Más franceses, alemanes, e italianos, querrán ir a Suiza.
“Aunque el referéndum no tendrá una consecuencia inmediata, habrá una reacción de la UE y probablemente empeorarán las relaciones con Suiza y la actitud negativa hacia los extranjeros”, pronostica la alcaldesa de Lörrach, Gudrun Heute-Bluhm. “Quien contribuye al bienestar de un país debería sentirse bien acogido”, sentencia. La frase es buena, pero de aplicación universal.
Tal como están las cosas, cualquier sociedad europea habría respondido igual a la misma pregunta. En Alemania, por ejemplo, las encuestas arrojan una mayoría de adversarios y críticos con la emigración. Pero la diferencia entre Suiza y suis grandes vecinos no es solo los más desarrollados procedimientos de democracia directa y consultas vigentes en ese país.
Hartazgo suizo
El dato central de la emigración en Suiza es su importancia, muy superior a la de los grandes países europeos: De los casi 8 millones de habitantes de Suiza, 1,8 millones son emigrantes. En Suiza hay un 23% de emigrantes, tres veces más que en Alemania donde representan un 8,2% de la población. En el cantón suizo de Tessino, de 300.000 habitantes, cada día vienen a trabajar 60.000 “frontalieri”. Traducido al alemán es como si cada día vinieran a trabajar a Baviera 2,5 millones de checos.
A pesar de la enorme diferencia de magnitud, la derecha alemana se declara inspirada por el referéndum suizo: tanto representantes de la CSU bávara como de los euroescépticos deAlternative für Deutschland, dicen querer seguir su ejemplo.
En 40 años, la población suiza casi se ha doblado. Desde la entrada en vigor del acuerdo con la Unión Europea en la materia, en 2002, hay un flujo anual de 80.000 europeos que se instalan en Suiza, diez veces más de lo que esperaba el gobierno, y más gente de la que entra en España o casi lo mismo que en Francia, países diez veces mayores.
Entre el 30% y el 40% del personal en el ámbito de la sanidad y la asistencia es extranjero, frecuentemente alemanes mal pagados en su país. La situación no es muy diferente en otros sectores como la hostelería, el turismo y las universidades. Casi dos tercios de los profesores de la Universidad Técnica de Zurich (ETH) son extranjeros.
En ese contexto la derecha suiza no ha necesitado gran esfuerzo para atribuir a los extranjeros los cuellos de botella en la asistencia sanitaria, los atascos de tráfico y hasta la especulación y degradación del paisaje resultado del aumento de población y la metástasis de infraestructuras de transporte.
Al lado de la realidad suiza, la histeria que se ha organizado en Alemania alrededor del supuesto “turismo social” de rumanos y búlgaros, es notable. Desde que los ciudadanos de esos dos países pueden circular libremente, “en Alemania no ha habido un gran incremento del flujo ni se espera”, dicen en el consulado rumano de Berlín. Los rumanos y búlgaros que vienen a Alemania tienen mayor formación que el alemán medio (un 19% con estudios universitarios, frente al 14% alemán) y su peso entre los receptores de ayuda social es ridículo: un 0,7%.
No solo Alemania, sino Europa entera achaca a Suiza lo que ella misma practica, y con una brutalidad bien cruda, con los extracomunitarios, e incluso con los pobres del maltrecho club continental cada vez más dividido en categorías.
El problema que contiene el referéndum contra la emigración de Suiza supera con creces la cuestión del denostado “populismo” y apunta hacia algo mucho más profundo. Privada o mermada en su estado social, que era la base de su consenso civil, y convirtiéndose a marchas forzadas en un club oligárquico y autoritario con cada vez más desigualdades (entre sectores sociales y entre países), Europa se agrieta y pierde su base social. Con más explotación y más desigualdad Europa, simplemente, no vale la pena. Lástima, porque la integración de sus naciones era un buen paliativo para su histórica agresividad dominadora, por lo menos de puertas adentro.
“Fuck the EU”
Ante el retroceso del bienestar que la crisis introduce, los ciudadanos redescubren sus estados nacionales como retaguardia. El resultado es algo parecido a esa vulgar expresión que la vicesecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, dedicó a Bruselas/Berlín por no contribuir lo suficiente al cambio de régimen en Ucrania: “Fuck the EU”.
Eso es lo que han dicho los suizos, han mandado a hacer puñetas a la UE, pero sobre todo es lo que está en el ambiente en muchos países de Europa, un descontento que seguramente irá a más y que a falta de alternativas sociales y democratizantes desagua casi exclusivamente hacia la derecha política.
Polonia tiene problemas con la política medioambiental europea, Alemania quiere abrir su mercado de trabajo restrictivamente solo a la mano de obra cualificada y al final se verá tentada por crear su Kerneuropa, un club de países pata negra, en la Europa del sur se querrá renegociar la deuda, en el Reino Unido el “Fuck the EU” es programa político idiomáticamente literal… Todo el mundo quiere cambiar los torcidos contratos de un club y una moneda que tienden a ser vistos como vacas sagradas a las que hay que sacrificar el nivel de vida.
En su torre de marfil los señores de Bruselas y Berlín, parecen ignorar que el “proyecto europeo” se va al garete desde el mismo momento en el que las solidaridades (o aparentes solidaridades) y bienestares que contenía su promesa se han disuelto.
El primero en decir el “Fuck the EU” fue el propio gobierno alemán, al cerrarse en banda en el otoño de 2008 a cualquier solución solidaria del desbarajuste bancario-financiero. En lugar de eso se optó por una estrategia nacional-oligárquica para que la banca, en primer lugar  alemana y francesa, cobrara íntegramente sus deudas a costa de las clases medias y bajas. Deudas contraídas financiando estúpidas especulaciones -en el caso del ladrillo de España, Estados Unidos o Irlanda- con los enormes capitales del excedente comercial exportador, logrado a su vez,  en gran parte, con una tacañería salarial que desestabilizó a los socios.
Tras aquel primer corte de mangas al “proyecto europeo”, siguieron otros, todos antisociales y autoritarios; se cambiaron constituciones en 24 horas, se fulminaron primeros ministros por proponer referéndums (Papandreu) o por replicar (el impresentable Berlusconi), y se les sustituyó por gente de la banca; se fustigaron y reprimieron movimientos sociales como los de Grecia, España, Portugal y otros que protestaban contra la estafa (mientras se aplaudía el de Ucrania por consideraciones imperiales). Después de todo eso nadie puede extrañarse de la reacción. Suiza forma parte del mismo reflejo contra una UE crecientemente desagradable, pero seguramente será Francia la que genere el Fuck the EU más decisivo…
Hay que espabilarse para que todo ese malestar, de base completamente racional, no lo monopolice la derecha y conduzca al continente hacia un universo pardo


lunes, 10 de febrero de 2014

La calle y su propiedad

 

Jordi Borja · · · · ·

Gamonal, se apropió de SU CALLE.

 

¿De quién es la calle? ¿Quién hace la calle, quién la usa, para qué sirve? Un ministro del Interior español ante la convocatoria de manifestaciones aulló “la calle es mía”[1]y reprimió violentamente a una concentración pacífica. La respuesta fue que al domingo siguiente la ciudadanía de las principales ciudades españolas ocupó las calles para afirmar que la “calle es nuestra, es de todos”[2].

¿Qué es un puente?, se preguntaba Julio Cortázar?[3] Una persona caminando por un puente. La calle solo realiza su “ser calle” en la medida que es usada por la gente. La calle es a la vez  una realidad concreta y una metáfora de la ciudad. La ciudad concebida como espacio público, ámbito de la ciudadanía, donde ésta se expresa como colectividad humana. La ciudad es “la gente en la calle”.

El poder político, sea cual sea, teme a la gente en la calle. Su vocación es el “control”. En unos casos de una manera explícita, amenazadora, violenta.[4] En otros casos de forma indirecta priorizando la circulación, el diseño de espacios públicos que no permitieran las concentraciones —mediante zonas ajardinadas, por ejemplo—, permisividad ante la privatización de las calles por parte de los propietarios u ocupantes de los inmuebles adyacentes, supresión de elementos de mobiliario urbano que permiten la convivencia y el diálogo entre personas (por ejemplo, los bancos), etc. Lo cual se completa con normativas de carácter represivo en aquéllas zonas más sensibles para el poder político. La gente en la calle es un potencial contrapoder. El Zócalo de Ciudad de México, la plaza emblemática que simboliza el alzamiento por la independencia, fue hasta los años 90 el espacio del poder establecido en el que estaban prohibidas las concentraciones ciudadanas. El diseño urbano en muchos casos tiene en cuenta esta voluntad represiva sobre la ciudadanía. Un caso muy evidente es el plan de Haussmann para el París  de la segunda mitad del siglo XIX: las grandes avenidas facilitaban el uso de los carros militares y hacían poco eficaces las barricadas.

El espacio público es objeto de interés por parte de los intereses económicos. No nos referimos ahora al uso de la calle para actividades privadas lucrativas: terrazas, ambulantaje,  publicidad,  etc. Se trata de usos que si son limitados pueden ser compatibles con los diversas formas de utilizar el espacio público. Nos referimos al interés de los inversores y especuladores urbanos que pretenden apropiarse de espacios de vocación pública para aumentar un suelo valorizado, lo supresión de aquello que consideran desvalorización del entorno (como la presencia de población de ingresos bajos o de colectivos sociales que no complacen a los sectores altos) o la privatización de facto de espacios públicos reservados a los propietarios del entorno construido. Uno de los argumentos que “legitiman” estas operaciones es la “ideología del miedo”, la obsesión securitaria, que justifica eliminar la presencia pública de las “clases peligrosas”, como los jóvenes, los inmigrantes o los pobres.[5]


En España recientemente se han multiplicado las ocupaciones del espacio público como expresión de malestar social y la protesta contra las políticas gubernamentales. Los  “trenes de la libertad” que salieron de las principales ciudades españolas llevaron a Madrid decenas de miles de mujeres (principalmente) que junto con la ciudadanía madrileña ocuparon el sábado 1 de febrero todo el centro de la capital. Unos días antes la “marea blanca” de los trabajadores de la sanidad que habían multiplicado su presencia en las calles consiguieron que el gobierno hiciera marcha atrás en su intento de privatizar los hospitales públicos. Y recientemente en Burgos los habitantes de un barrio periférico, Gamonal, ocuparon la calle principal que les comunicaba con la ciudad. En este caso la motivación popular parece contradecir la argumentación anterior sobre el espacio público como ámbito de convivencia y cohesión de la ciudadanía. Aparentemente el proyecto municipal suponía una mejora de la calidad de vida de la población residente pues creaba un espacio pacífico y convivencial. Se convirtió en un espacio de confrontación. Es también una forma de cohesión social.

La calle-carretera se substituía por un bulevar ajardinado según un proyecto de unos arquitectos considerados de la “élite divina”. Herzog y De Meuron. Autores de proyectos exitosos y costosos como la Tate Modern Gallery de Londres y el Estadio Nacional de Pekín para los Juegos Olimpicos  así como del fracasado Edificio Fórum de Barcelona, enorme caja azul destinada a grandes eventos y más propia para una megadiscoteca de los años 60.  Una de sus obras más recientes es El Punto, Mega Centro Comunitario-Religioso en Ciudad Juárez. El Gamonal es un barrio con altas cifras de desocupación, con desahucios, equipamientos escasos y viviendas de baja calidad. El proyecto del alcalde no era para ellos. No solamente tenían otras urgencias. Eran conscientes que los beneficiados serían otros. Una operación ostentosa y despilfarradora de los gobernantes, una revalorización del entorno sobre el que se intervenía que generaba plusvalías privadas, unas más que probables comisiones de unos y otros. No se había contado con ellos, el alcalde les demostró su desinterés y menosprecio. Ocuparon la calle, fueron reprimidos violentamente, decenas de detenidos, resistieron y vencieron.

El caso del Gamonal es una muestra de que no basta con la calle. La calle se conquista como instrumento para otras conquistas y como bien necesario para la calidad de vida. En la ciudad todo es interdependiente. El espacio público cualificado produce un entorno  de bienes y servicios para la población, pero solamente si se tienen medios para usarlos, trabajo, ingresos suficientes, vivienda y  transportes. Hace 20 años estuve en Porto Alegre con el que era su “prefeito” (alcalde), Tarso Genro, promotor del presupuesto participativo y el Foro Social.[6], Entonces comenté la importancia del espacio público como factor de conexión y visibilidad  desde la ciudad formal del barrio  marginal en el que estábamos  y generador de bienestar colectivo. Pero él mostró su acuerdo y añadió: “Ciertamente el espacio público es necesario, pero primero hay que garantizar un ingreso básico, trabajo, vivienda, agua, lo más indispensable”.

Notas:

[1] El ministro era Fraga Iribarne, el fundador del PP, el partido de la derecha española. Ocurrió en 1976 cuando se inició la “transición hacia la democracia”.

[2] Esta frase fue el título de una  Exposición celebrada en Paris (2007) y promovida por el Instituto de la Ciudad en Movimiento. En los años siguientes, adaptada al entorno,  recorrió diversas capitales europeas, chinas y latinoamericanas. Ver los  catálogos de las exposiciones de Paris, Bogotá y Buenos Aires.

[3] Esta frase se la debo al arquitecto de Curitiba Jaime Lerner

[4] Propio de los gobiernos autoritarios. En tiempos del franquismo en España cualquier un grupo de más de 3 podía ser disuelto por las fuezas policiales. La revista Ejército (1972)  publicó una serie de artículos sobre Urbanismo y seguridad en que  proponía concentrar a los sectores populares en guetos separados de la ciudad formal y que fueran fácilmente controlados y ocupados por las “fuerzas del orden”.

[5] Un clásico sobre este tema es la obra del historiador social Louis Chevalier “Clases trabajadoras, clases peligrosas” (Paris, 1958).

[6] Posteriormente Tarso Genro fue ministro destacado de Lula y actualmente es gobernador de Rio Grande do Sul. Ha escrito diversas obras políticas y literarias, algunas traducidas al castellano.

Jordi Borja es miembro del consejo editorial de Sin Permiso

http://blogs.publico.es/dominiopublico/9030/la-calle-y-su-propiedad/ hi

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jueves, 6 de febrero de 2014

CELAC EN LA HABANA UN VIENTO DE ESPERANZA





 
LA HABANA UN PASO ADELANTE

II CUMBRE DE LA CELAC
Pedro Serrano García
Los sucesivos gobiernos imperialistas norteamericanos, han impuesto su voluntad en las naciones latinoamericanas y caribeñas durante más de dos siglos. Son innumerables las intervenciones armadas, golpes de Estado y hasta asesinato de presidentes por parte de los yanquis.
Pero Cuba y Venezuela, junto a otros gobiernos progresistas, han sabido impulsar un proceso hacia la Patria Grande. Como antecedentes de la CELAC, están: La Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, en Salvador de Bahía, Brasil, los días 16 y 17 de diciembre de 2008. También la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, en Rivera Maya, Cancún, México. La I Cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, se celebró en Santiago de Chile el 27 y 28 de enero de 2013.
Esta II Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe, se ha celebrado durante los días 28-29 de enero de 2014 en La Habana, Cuba, por supuesto sin Estados Unidos ni Canadá. El éxito ha sido enorme. Asistieron la mayoría de presidentes y Jefes de Estado de los 33 países miembros; a los que se unió el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
La Cumbre evidenció que las naciones latinoamericanas pueden andar juntas sin la tutela de metrópolis o imperios, y menos el de Estados Unidos, cuyos regímenes históricamente sembraron la división y la confrontación para ejercer su dominio sobre ellas y saquearlas.
USA ha sido como la manzana podrida en un saco que contamina a las restantes. Eso es lo que está ocurriendo en la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, hoy en fase de putrefacción, y sin remedio alguno.
Un analista dijo: Después de la Cumbre de la CELAC de La Habana, Estados Unidos se convirtió en el traspatio de América Latina y el Caribe. Cuanto le hubiera gustado a Simón Bolívar, José Martí y muchos otros próceres de la independencia de nuestra América, al igual que a los incansables luchadores y entrañables amigos Hugo Chávez y Néstor Kirchner escuchar esa expresión.
América Latina seguirá su rumbo en paz, con tranquilidad, en la diversidad y de manera unitaria”. De este modo respondió el Presidente Nicolás Maduro a las declaraciones emitidas por la vocera del Departamento de Estado de EEUU, que este jueves consideró como una “traición” que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), donde no está representada ni ese país ni Canadá, realizara su II Cumbre Presidencial precisamente en Cuba. Añadió Maduro: “Que se acostumbren a respetar y traten de buscar una nueva visión sobre nuestro continente, porque con esta visión de dinosaurios no podrán entender lo que está sucediendo y, sobre todo, lo que va a suceder en nuestra vida económica, social y política en los años que están por venir”.
Aunque la región ha logrado disminuir la pobreza, ésta continúa afectando a 164 millones, 28% de su población, a la vez que 66 millones padecen indigencia, el 11.3%. Pero lo más estrujante son los 70.5 millones de niños y adolescentes en pobreza. De ellos 23.3 en pobreza extrema. Como colofón, el 10% más rico recibe el 32 por ciento del ingreso. Entretanto, el 40% más pobre recibe el 15 por ciento. Cifras que subrayan la condición de región más desigual en un planeta signado por la desigualdad. Pero se avanza, pues por primera vez existe un esfuerzo común para ponerle fin a la injusticia.
La decisión más trascendental firmada en La Habana por todos los mandatarios asistentes ha sido la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, complementaria de la zona libre de armas nucleares promovida por México en su día a través del Tratado de Tlatelolco. Consagra el principio de que los conflictos en Nuestra América se ventilarán únicamente mediante el diálogo y la negociación, quedando descartado el uso de la fuerza o la amenaza de su uso. Reivindica como principios fundamentales el de no intervención en los asuntos internos de otros Estados, el derecho a la soberanía y autodeterminación y el de darse cada pueblo el régimen económico, político, social y cultural que decidieron todos como fundamentos de la preservación de la paz y la cooperación entre los países miembros y con los demás países. Ello está complementado por el llamado a lograr el desarme nuclear a escala internacional.
Es evidente, por otra parte, que aunque no sea mencionado expresamente en la declaración, el cumplimiento cabal de esta requiere que Estados Unidos y Gran Bretaña procedan a retirar sus bases militares, a la eliminación de las armas nucleares que almacenan o circulan en sus submarinos en América Latina y el Caribe y al retiro de la IV Flota estadunidense de la región.
La exigencia por el reconocimiento de los derechos argentinos sobre las islas Malvinas y la condena al bloqueo a Cuba fueron también acuerdos importantes. Llegará el día en que Puerto Rico se siente en la CELAC junto a sus hermanas latinoamericanas.



miércoles, 5 de febrero de 2014

SEMOS EUROPA



 
Primero fue el Mercado Común, luego la Unión Económica y por fin la Unión Europea, simulacro diferido de lo que sigue siendo puro mercado, lonja de contratación, compraventa y almoneda, conciliábulo de verduleras y carniceros.  Los valores culturales presuntamente compartidos, las tradiciones comunes, la religión y la filosofía, pura filfa, camuflaje y parafernalia, la única libertad es la libertad de mercado, la libre circulación de mercancías y de mercaderes, no de personas. Las viejas fronteras no se han borrado, algunas están más vivas que nunca, nacionalismos atávicos, banderas y banderías, el fratricidio antes que la confraternización, la Europa de las fratrias , de las patrias chicas y provincianas, del ADN y del RH. En Bruselas, burócratas y tecnócratas supervisan las transacciones, penalizan, recortan o presionan a los gobiernos subsidiarios. El  Parlamento Europeo se convierte muchas veces en el retiro de viejos guerreros de la política, jubilación bien remunerada, horarios cómodos, dietas de lujo y discreción garantizada, exilio dorado. El 50 por ciento de los ciudadanos españoles convocados a las elecciones europeas declinará comparecer ante las urnas. Bruselas no es sinónimo de unidad, su nombre es una amenaza: Bruselas dicta, impone, recomienda bajadas de sueldos, despidos más baratos, más protección y más recursos para las entidades bancarias y financieras.
En la España preuropea de los años sesenta y setenta, fuera del mercado común, en la España apestada por el franquismo, los españoles se sentían más integrados en Europa, aunque fuera a través del festival de Eurovisión. Abundaban en los cines las películas francesas, inglesas, italianas y hasta soviéticas con reparos. Londres era la meta de la modernidad, los Beatles, la Carnaby Street de Mary Quant y el Free Cinema, el modelo sueco y las canciones francesas e italianas, los provos holandeses, los hijos de Mayo del 68… Europa todavía era un sueño que hoy se ha transformado en pesadilla. Alemania va ganando la tercera guerra mundial sin disparar un tiro, la bandera europea es el euro, la moneda única, solo nos hemos puesto de acuerdo en lo monetario. Europa nos ajusta las cuentas, Europa a cara y cruz. Norte contra Sur,  Atlántico contra Mediterráneo, Europa de dos velocidades, Europa rigurosamente vigilada por los guardianes del sistema capitalista. Cayó el Muro de la Vergüenza y hoy las vergüenzas están más repartidas y a la vista.
La historia común europea es una crónica de agravios, de luchas intestinas de guerras mundiales o de andar por casa, guerra de los cien años, de los treinta, de los siete, guerras y guerrillas, genocidios y cruzadas, del imperio romano a los tercios de Flandes y a las SS, con la bendición del Papa de Roma, hogueras para los herejes, hambrunas a la sombra de los palacios. Cuando oigo hablar de tradición europea, de legado común y patrimonio espiritual echo mano a los manuales de Historia o a la Wikipedia. Esta es su Europa, quédense con ella.

Por: Moncho Alpuente

Fuente:Público.es