domingo, 3 de julio de 2011

CPS OPINA: «Este pacto no lo queremos, esa Europa tampoco»



Avaricia UE

CPS lo viene denunciando desde hace tiempo: no se puede construir Europa pensando sólo en los intereses del capital. La Europa de los mercaderes y de los banqueros no es la Europa que queremos. La cosa, por tanto, viene de lejos, y en ese largo proceso neoliberal de edificación de la Unión Económica y Monetaria (UEM) es donde hay que situar buena parte de los problemas que padecemos en la actualidad.

La Unión Económica -en la actualidad compuesta por veintisiete países- fue establecida con la entrada en vigor el 1 de noviembre de 1993 del Tratado de la Unión Europea, conocido en su momento como «Tratado de Maastricht». Este tratado preveía la supresión de las monedas nacionales por la moneda común –el euro- y  fijó  los llamados «criterios de convergencia» para referirse a unos parámetros de déficit, deuda pública y tipos de interés que eran de obligado cumplimiento para los países que quisieran integrarse en la UEM. Posteriormente, en 1997, la adopción del «Pacto de estabilidad y de crecimiento» sirvió para garantizar que, después de la entrada del euro, los países que accedieran a la Unión Monetaria siguieran manteniendo su disciplina fiscal. Con estos mimbres se definieron las bases jurídicas y políticas de una Unión que sólo ha pretendido, en realidad, construir un espacio monetario para el euro. El llamado «Pacto del euro» no representa más que una nueva vuelta de tuerca con el mismo propósito.

No hay duda de que la Unión Monetaria que puso a disposición de 17 estados de la UE  una moneda común ha sido enormemente provechosa para los empresarios, banqueros y mercaderes de la zona euro: les permitió materializar  sus aspiraciones  a un mercado único y disfrutar de las ventajas -no sólo económicas sino también geopolíticas- de disponer de una moneda de referencia como medio de pago y de reserva internacional. Más dudoso es que el proyecto haya beneficiado al conjunto de la ciudadanía, especialmente en la periferia de Europa. La Unión Monetaria se construyó transfiriendo soberanía nacional e inhabilitando las políticas  monetarias y cambiaras de cada país. En su día se advirtió que, en ausencia de una coordinación fiscal y de una política presupuestaria ambiciosa, los países de la periferia europea –como el caso de España- no tendrían otra forma de ajustar sus desequilibrios que mediante pérdidas continuadas de renta y un crecimiento imparable del desempleo. Pues bien, la hora de la verdad ha llegado: resquebrajada la ilusión de que por pertenecer a la zona euro nos podíamos endeudar ad eternum, nos obligan ahora a pagar las deudas aunque sea al precio de soportar cinco millones de parados y un deterioro continuado de las condiciones de vida de esa amplia mayoría social que en este drama ni siquiera hemos llegado a representar el papel de comparsa.
Los  jefes de gobierno de la UEM han asumido  una serie de directrices para profundizar las reformas en las relaciones laborales, en el sistema financiero o en las cuentas públicas de cada país. Es lo que se conoce como «el Pacto del euro»,  cuyas medidas propugnan, entre otras cosas, vincular los salarios a la productividad,  ampliar la edad de jubilación, trasvasar fondos a los planes privados de pensiones o introducir en las Constituciones de los estados la obligatoriedad de limitar los déficits públicos. Estas medidas no son la solución, sino parte del problema. Lo sabemos bien en España, que empezó a aplicar algunas antes de este Pacto. Europa se suicida en manos de unos gobiernos secuestrados por los poderes financieros. No nos gusta este pacto, no nos gusta esta Europa: queremos sencillamente la Europa de los ciudadanos/as.  En España y en Grecia, gracias al movimiento ciudadano 15M,  empezamos a albergar esta ilusión.


Santiago Alvarez Cantalapiedra

sábado, 2 de julio de 2011

La utopía del 15 M y sus retos

                                                     

JAUME BOTEY I VALLÉS Profesor de historia de la Universidad Autónoma de Barcelona (U.A.B.)  

De manera reiterada a lo largo de la historia han surgido movimientos contra el orden establecido llamando a un mundo mejor. La mayoría nacen de aquella “veta profunda” siempre presente, utópica, y que con el tiempo en la mayoría de las ocasiones supieron convertir aquella utopía en realidad, a pesar de la desconfianza de los poderes establecidos. Una consigna del Mayo-68 francés era “Sed realistas, pedid  lo imposible”.
Con el movimiento 15 M o de los “Indignados” ocurre algo parecido. La mayor parte de los ciudadanos siente “indignación”, “hastío” o “enojo” frente al sistema político con el que no se sienten representados y los recortes impuestos. Por eso el movimiento 15 M ha despertado tanto sentimiento de respeto. La población coincide en apreciaciones como “tienen razón”, “es el reflejo todavía difuso de un malestar profundo” etc. Pero a la vez hay quien pretende, creo que en vano, por la sorpresa, por los métodos escogidos, porque ha sabido poner el dedo en la llaga, desacreditar y desprestigiar.
Intentaré acercarme a algunas de las razones del movimiento, analizar su originalidad en relación a otros movimientos del pasado y plantear los retos que a mi entender tiene planteados para el futuro.

1. Crisis política.

a. El poder está fuera de los parlamentos

Si alguna cosa queda clara ante la crisis, la gestión de la misma y las reacciones en la calle, es que el poder no está en el parlamento. La provocaron organismos extraparlamentarios, banqueros mafiosos, agencias de valoración o de riesgo, multinacionales. La gestionan la nueva troika del neoliberalismo en Europa: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI-BM imponiendo los recortes. Los tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial de los estados están a las órdenes de estos poderes difusos, anónimos, no elegidos y por lo tanto antidemocráticos en contra de sus pueblos. Sus marionetas son los Zapatero, Papandreu, Cavaco Silva y marionetas también los Durao Barroso, o Van Rompuy y la Europa de los 27, incapaces de frenar la orgía de especulación que en un momento pueden mandar al infierno a poblaciones enteras.

Estamos ante una descomunal crisis política. Nunca los políticos habían mandado tan poco y nunca habían mandado tanto en contra de sus pueblos. Aquellos a quienes con las elecciones hemos confiado la gestión de nuestras vidas nos dicen que no pueden hacer nada, obedecen sumisos a otros. Los hemos elegido para que cumplan órdenes ajenas y casi da igual el color del gatillo con el que vamos a tener que sucumbir. Ante esto no hay que extrañarse del grito “no nos representan”. No se trata de una ofensa, ni merece la pena distinguir entre colores y con cuál nos sentimos más cercanos. En definitiva, todos, en lo fundamental, en lo económico, legislan para otros y representan a otros.

Por eso es lógico que esos poderes anónimos y lejanos, pero arrogantes, implacables e inhumanos, sean también contestados extraparlamentariamente, desde las plazas y calles. Los políticos elegidos que viven con angustia su contradicción de parlamentario objetivamente al servicio de intereses mafiosos deberían alegrarse del movimiento. Muchos lo han manifestado “tienen toda la razón”, “lo que piden es justo”.

b. La avaricia rompe el saco. El fundamentalismo de los mercados.

A partir de 1945, en la Europa occidental y EUA, el keynesianismo se impone como modelo económico. Desde la lógica del capitalismo, impulsa un estado fuerte como garantía del bienestar social, con propiedad publica y con fuerte capacidad de intervención económica. Este modelo garantizó un continuado crecimiento económico y el llamado estado del bienestar hasta la década de los ochenta. Pero los sectores políticos e ideológicos cercanos al liberalismo económico, en nombre de la “libertad” impulsan la lucha en contra del intervencionismo del estado. Se trata del neoliberalismo, planteado por primera vez en un encuentro reducido de intelectuales, economistas, políticos y filósofos que se celebró en 1947 en una pequeña localidad suiza, Mont Pélerin. Entre ellos están Friederich Hayeck, Friedman, el inspirador de la Escuela de Chicago, Karl Popper, autor del concepto sociedad abierta. Hoy el neoliberalismo se ha impuesto como modelo económico hegemónico.

Pero la libertad absoluta y falta de controles públicos conduce a que las transacciones especulativas estén porcentualmente muy por encima de las transacciones en bienes y servicios. Los premios Nóbel Stiglitz y Krugman alertan continuamente sobre el riesgo de vivir en una economía desregulada y virtual, bajo el fundamentalismo del mercado, en un mundo sin organismos políticos capaces de tomar decisiones por encima de las oscilaciones monetarias. Aceptar sin contrapeso las arbitrariedades del mercado supone la ley de la selva y un boomerang contra el propio sistema. Pero no sólo ellos advierten de estos riesgos. Leamos estos fragmentos:

“Según el fundamentalismo de mercado, todas las actividades sociales e interacciones humanas deben ser vistas como transacciones económicas, basadas en contratos y valoradas en términos de un único común denominador, el dinero ".
"En general se acepta que democracia y capitalismo se dan la mano. La realidad no es tan sencilla. El capitalismo necesita la democracia política como contrapeso, porque por sí solo, el capitalismo no tiende a la justicia o equilibrio. Los propietarios del capital procurarán siempre maximizar los beneficios al límite. Si se les dejara libres continuarían acumulando capital siempre. Hace 150 años Marx y Engels elaboraron un análisis muy cuidadoso del sistema capitalista, mejor que la teoría económica clásica del equilibrio ".

Quien escribió esto no fue uno de los indignados de las acampadas de la Puerta del Sol, Plaza Catalunya o Syntagma, sino George Soros, el conocido fnanciero y especulador, hace ya muchos años, en 1999 en su primer libro “La crisis del capitalismo global”. Ed. Columna. 1999 (citas de las pgs. 22 y 26). Soros advierte del riesgo de la dictadura de los mercados, de la voluntad de que estos extiendan su influencia en terrenos que no le son propios (valores morales, relaciones familiares, logros estéticos, etc.), que el fundamentalismo de los mercados lleva consigo el fracaso de la política y al colapso de la economia.  “Sin regulaciones, no sólo el capitalismo sino mis propios beneficios y la sociedad en general están en peligro”. Este es pues el punto al que Europa ha llegado. 

c. La inmoralidad del sistema.

Además de suicida es un sistema inmoral. Jacques Diouf, presidente de la FAO en el Informe “El estado de la inseguridad alimentaria” de 2006, pedía 50.000 millones de dólares a entregar en 10 años para que en 2015 se hubieran eliminado las 40.000 muertes diarias por hambre. Finalmente la cantidad no se concedió por parte de los países miembros. Se consideró excesiva.  En cambio, en noviembre de 2008,  poco tiempo después del estallido de la crisis, la reunión del G-20 en Washington propuso reflotar los bancos y controlar los paraísos fiscales, verdadero cáncer del sistema y agujeros donde se esconde el dinero delictivo y de la especulación. Lo primero ha costado ya la astronómica cantidad de 2 billones 700.000 millones dólares, tanto como el PIB de Italia y España juntos, 45 veces más que la cantidad que pedía Diouf en 10 años para evitar 40.000 muertes. Respecto de los paraísos fiscales no se llegó a ningún acuerdo. Siguen existiendo y hoy ya nadie habla de ellos.

Se están aplicando a Grecia, España y Portugal las mismas medidas que hace años se aplicaron a los países endeudados de Tercer Mundo: privatizaciones, adelgazamiento del estado y de los servicios públicos, recortes en salarios y pensiones, política fiscal a favor de las rentas altas, etc., bajo un único objetivo: pagar la deuda, deuda que la población no contrajo. A la “troika” (CE, BCE, FMI-BM) la población no le importa. Se trata de convertir estos países en meros subsidiarios de los demás, habiendo vendido sus bienes e infraestructuras. Así lo decide el Pacto del Euro.

2. Cambio de ciclo, cambios de paradigmas y de métodos

a. Crisis múltiple y cambio de ciclo

Diría que lo que el movimiento del 15 M tiene de nuevo en relación con otros movimientos anteriores (movimiento antiglobalización y foros sociales desde 1999, manifestaciones contra la invasión de Irak a partir de 2003, o más recientemente el movimiento por una vivienda digna) es que se trata de la punta del iceberg del cambio de paradigma que hace tiempo se viene anunciando con una grave crisis en casi todos los aspectos de nuestra sociedad, crisis múltiple, social, energética, climática, ecológica, alimentaria, financiera, institucional, ideológica, cultural, en los procesos migratorios, religiosa. Cuando más de 1.500 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza, o cuando países hasta ahora centrales como Italia o España se ven amenazados, no se puede decir que sea sólo una crisis financiera. Aunque ésta tiene unas características diferenciales que la hacen más grave: burbuja, economía virtual, agotamiento de recursos, desequilibrios en los ingresos, problemas de productividad... Se trata de una crisis estructural, de cambio de ciclo.

Al decir “cambio de ciclo” no sabemos tampoco exactamente a qué nos referimos, si el nuevo ciclo comenzó con la generalización de las nuevas tecnologías, con la crisis del petróleo en el 73 o debemos remitirnos a la Ilustración porque lo que de verdad está en crisis son los cimientos de Libertad, Igualdad y Fraternidad que dieron origen a la cultura moderna. Además los cambios de ciclo, aunque se va percibiendo el lento agotamiento de un ciclo y la dificultad de nacer de lo otro, son lentos, no se perciben en el dia a dia. Nunca es posible prever cuándo, con qué modelos económicos, técnicos o culturales, qué nuevo sistema de relaciones, etc. Todo está por ver, aunque son muchas ya las señales que apuntan a algo nuevo.

b. También el 68 supuso una ruptura histórica.

Nadie esperaba ya una revolución en el mundo occidental, Europa y los países del Este se habían repuesto de la II GM, y el Tercer Mundo estaba llegando a la independencia. Sin embargo fue una revolución casi universal con tres hechos emblemáticos que podían representar el despertar juvenil, del primer mundo en el mayo francés; del mundo socialista en agosto con la primavera de Praga encabezada por Dubceck pero aplastada por los tanques del Pacto de Varsovia y en el tercer mundo en octubre poco antes de las Olimpíadas en México con la masacre de estudiantes de la UNAM en la Plaza de las Tres Culturas. Junto a la fuerza escenográfica, la liturgia revolucionaria y el grito de “imaginación al poder”, de manera diferente en cada caso, el 68 fue la puesta en escena de la ruptura del individuo con las instituciones del Estado, las jerarquías del saber, del sexo, de la familia, del culto, de clase, de los antiguos tutores de la juventud. Fue el rechazo a la penetración ideológica del poder en la esfera de la vida pública y privada. Se trató de una contestación generalizada contra el sistema-mundo existente dominado por la lógica del crecimiento capitalista. El rechazo a la cultura liberal-occidental en Francia era el mismo que el rechazo a la cultura comunista en Praga. Sindicatos y Partidos Políticos, sobre todo en París, lo miraron con profunda desconfianza y sólo al final se sumaron.

Los hechos demostraron el incumplimiento del propósito ilustrado de la confianza en el ser humano, en la ciencia, en la razón, en la tolerancia y la libertad, en la posibilidad de extensión universal del progreso y la felicidad. El mayo de París, la primavera de Praga y el otoño de México fueron el paradigma de este fracaso. El modelo económico y el modelo cultural imperante salió fortificado. Probablemente debemos a aquellos “68” parte de la autonomía y libertad de la que hoy disfrutamos, y sobre todo la aparición en País y México de la juventud como nuevo actor político y social. Pero a partir de entonces, a medida que crece el éxito material, se erosionan las utopías y los valores morales de la sociedad, como había pronosticado Weber.

Cuarenta años después esta misma clase, suma heterogénea de jóvenes que en esta sociedad de la opulencia insultante ven su futuro cerrado y que coinciden con gente de otras procedencias y edades han ocupado las plazas. Se trata de un fenómeno todavía impreciso, nacido de la irritación y la impotencia, de gente que ve cerrado su futuro, explosión de excluidos o potencialmente excluidos. Mayoritariamente la sociedad reconoce que su actitud es legítima porque siente que refleja también la indignación que quien más quien menos también padece (recortes en la jubilación, salud, enseñanza, desahucios...). Las acampadas se han convertido en el buque-insignia del malestar social.

Muchos de los elementos del 68 están de nuevo presentes en nuestras acampadas, pero las diferencias son sustanciales. El 68 quiso ser una revolución y su objetivo, sobre todo en París y en Checoslovaquia, era tomar el poder y desde el poder establecer unos nuevos valores. En cambio la reivindicación del 15 M ha sido inicialmente más simple, “Democracia real ya”, es decir, aceptamos en principio la democracia pero exigimos que funcione. sin embargo a mi entender, las diferencias vienen dadas sobre todo por los profundos cambios habidos durante estos cuarenta años. He aquí, por ejemplo, algunos:

. La conciencia de los límites de la naturaleza. En el 68 no se había puesto todavía en cuestión el modelo de desarrollo indefinido. En cambio, en el sustrato ideològico del movimiento del 15M hay ya la conciencia de la imposibilidad de este modelo. Esto actúa como un horizonte de valores en contraste con el modelo todavía hoy imperante en los movimientos sociales clásicos, especialmente el movimiento sindical. En el histórico desacuerdo entre Nuevos Movimientos Sociales y Movimientos Sociales Clásicos, además de la confrontación por hegemonizar la masa social de izquierda, hay de hecho sensibilidades divergentes acerca de la posibilidad del crecimiento indefinido, base cultural sobre la que se han sustentado hasta el presente todas las reivindicaciones.

. La cantidad de movimientos sociales que han aparecido a lo largo de estos años en torno a la paz, del desarrollo del Tercer Mundo, feminismo, inmigración y dialogo cultural, respeto al medio ambiente, memoria histórica, etc. vertebrados cada uno de ellos en torno a un valor central pero la suma de los mismos se organiza como una constelación. Cada uno de estos movimientos confluye, partiendo del valor central, como los afluentes de un río, hacia un cambio del sistema mundo.

. La sumisión del sistema político a las exigencias del mercado. Aunque siempre la superestructura ha venido condicionada por las relaciones sociales y económicas, la globalización ha hecho que esta dependencia sea hoy mucho más estricta que hace cuarenta años. Sobre esto hemos desarrollado la primer parte de este escrito. Esto comporta, como se ha dicho, un irreversible descrédito de la política.

. La democratización de la información. Los nuevos medios de comunicación de masas por las nuevas tecnologías, SMS, correo, twiter, facebock, han modificado sustancialmente la capacidad de convocatoria, de reacción inmediata, de contraste, como se desarrolla en otros apartados de este libro.

c. Algunas características del movimiento 15 M.

En sus comunicados y declaraciones da la impresión que parten de cero, con un importante desconocimiento de los mecanismos e instituciones económicas internacionales responsables de la crisis y en consecuencia con un lenguaje muy genérico: “bancos, capitalismo, opresión...”, lejos del lenguaje hiperideologizado de los colectivos de jóvenes de los partidos clásicos de izquierda o del movimiento antisistema o antiglobalización..

Casi podría decirse un lenguaje sencillo, “naïf”, cercano al del mayo del 68 o de las acampadas del 0’7. Esta es su fortaleza, su capacidad de identificación con sectores muy amplios, y lo expresan intentando consensuar el mínimo común denominador de sectores tan heterogéneos, pero a la vez es su debilidad. De momento no hay grandes referentes ideológicos, aparte del pequeño e indignado librito de Héssel.

Simplemente critican el modelo de democracia, no la democracia en sí ni los mecanismos de la misma, sus representaciones institucionales, sino “esta” democracia.
Respecto de los contenidos, a pesar de su aparente, es evidente que dieron en el clavo: los bancos, que han secuestrado la democracia y a los que entre todos hemos pagado un fabuloso rescate de la crisis provocada por ellos mismos, y los políticos o la clase política en general, sin demasiadas distinciones de momento, por haber cedido  a la presión del poder financiero legislando a favor del capital y por sus numerosos casos de corrupción. Es normal que de momento los pongan a todos en el mismo saco. Ya habrá tiempo para distinguir. Pero queda claro que la democracia no es sólo un sistema político, también debe serlo en lo económico. Proclaman en definitiva que el neoliberalismo es incompatible con la democracia.

d. Metodología y criterios de actuación

Se trata de un movimiento social nuevo, no sectorial, con voluntad de apertura a todos los sectores sociales, poco ideologiado, que no tiene nada que ver con el movimiento obrero clásico de cualquiera de los sindicatos, o con los movimientos de carácter reivindicativo estilo Associaciones de Vecinos.

Algunos principios de funcionamiento
El punto de partida es que ha llegado el momento de poder cuestionarlo todo, modelo de democracia representativa, partidos, votaciones... nada está cerrado, nada puede darse por definitivo y todo está por hacer.
Para el movimiento la forma es ya parte del contenido. Si habla de democracia real, de participación o de igualdad de género, el propio movimiento, debe poner en práctica estos criterios en su funcionamiento.

En cuanto a los métodos utilizados por el movimiento podemos señalar algunas características. 
- No-violencia. Un elemento fundamental es la “no-violencia” como criterio. Ante la violencia, incluso la legal, la que se ejerce con los recortes o contra una familia que va a ser desahuciada, debe responderse con no-violencia. No violencia “hacia-dentro” (consiguieron aislar a los provocadores de extrema derecha y a los de extrema izquierda, conscientes que en un momento podían echar a perder todo) y sobre todo “hacia-fuera”. Ante la “carga” de los Mossos quedó claro que sus llamamientos a la no-violencia no eran retóricos. En muy pocas ocasiones he visto tanta dignidad moral y actitud decidida de mantenerse sentados frente a los golpes.
- La apropiación del espacio publico y la conversión de éste en lugar de debate, como ágora griega, es un hecho simbólico de extraordinaria importancia. Algo así también como la apropiación del espacio mental, de la libertad de pensamiento.
-  Sin portavoces ni lideratos. La Asamblea es asamblea real. Dada la imposibilidad de gestionar una asamblea de 5.000 personas, ésta se prepara por comisiones. Nada puede ir a la asamblea general si previamente no ha pasado por la comisión correspondiente –hay ya más de 25- y desde ésta a la Comisión de la Asamblea que es la que decide el orden del día de la Asamblea General de cada día.  Llama la atención a pesar de lo masivo y en un importante porcentaje de gente diferente cada día, el silencio, el respeto, la posibilidad que todo el mundo hable, la mímica, la manera de cortar al que se alarga o al que se repite...
- Descentralización. La moviliación empezó en algunos espacios especialmente emblemáticos, pero inmediatamente se planteó su extensión hacia otras ciudades y barrios. Hasta seiscientos en toda españa al final, pero con una excelente coordinación, manteniendo en todas el carácter asambleario.
- Limpieza, orden. Han ganado la batalla del apoyo ciudadano: orden, limpieza, salidas de evacuación, turnos, no hay pintadas, no se bebe alcohol...los voluntarios de la informática, la comisión de juristas, la gente y las empresas de catering que aportan comida... Es un continuo entrar y salir personas en un clima de complicidad, trabajadores, viejos del antifranquismo, otros estudiantes, jubilados.

Por vía de hechos el movimiento ha superado algunos de los debates que en algún momento han sido objeto de largas  controversias, por ejemplo
. sobre lo legítimo y lo legal. Se trata del mismo principio de no-violencia activa. Nada impedirá llevar a cabo acciones moralmente legítimas a pesar que no sean legales. Los acampados saben que ocupar las plazas, cuestionar el sistema, impedir desalojos de viviendas etc., no es legal, pero es legítimo. Con ello se desarma la arbitrariedad de la ley o de la autoridad. Todo cambio social en profundidad supone conductas al margen de la legalidad vigente. No es cierto que en una democracia todos los cauces de participación y modificación de las leyes pueda hacerse por las vías previstas.
. sobre sistema-antisistema. No se ha querido perder el tiempo en discusiones florentinas acerca de la identidad del movimiento como sistema o antisistema, parlamentario o extraparlamentario. “Partidos y sindicatos no nos representan”, pero debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance. No han aparecido como antisistema, no se llamó a la abstención en el dia de las votaciones. Cuestionan el sistema pero no se sitúa fuera.

e. Las autoridades, sindicatos y partidos no han entendido

Instituciones, partidos y sindicatos han quedado descolocados. Después de la huelga general del 29 de septiembre los sindicatos mayoritarios volvieron a su práctica habitual de desmovilización. La huelga general fue un paréntesis en el tiempo y no significó un cambio en la orientación. En enero CCOO y UGT y el Gobierno firmaron el acuerdo sobre la reforma de las pensiones, que aumentaba los años de cotización para cobrar la pensión. Esto cerró brutalmente cualquier expectativa de movilización sindical. Los sindicatos mayoritarios han quedado desconcertados ante un movimiento que no preveían y que les cuestiona. En muchas acampadas ha salido la petición de una huelga general y también de “llevar la indignación a los centros de trabajo”.

Algún Partido político de izquierdas y sus secciones juveniles que hasta hace poco seguían diciendo ser “el motor de la clase obrera” y que los movimientos sociales eran “cuatro gatos desorganizados” han quedado igualmente desubicados. Autoridades y partidos se defienden como gatos panza arriba. Algunos critican: “La democracia ya tiene sus propios mecanismos de participación...”, “No tienen programa”, “es muy fácil criticar, lo difícil es proponer...”; otros aconsejan: “deben organizarse, buscar un líder, construir un programa”; o con un rictus de ofendido “nos costó mucho conseguir votar, y ahora dicen que no vale...”, “por algo nacieron en la víspera de las elecciones, para llamar a la abstención”, “son antisistema aunque no lo digan...”, “su máximo logro ha sido que ganara el PP, el PP debería estarles agradecido”, otros con tono paternalista “nosotros ya decíamos que algo debía ocurrir”;

La sociedad en general en cambio le ha dado un apoyo masivo y el movimiento ha crecido en proyección social, en capacidad de organización, seriedad y metodología en las asambleas, en la solidez de los criterios acerca de no-violencia y ha crecido también, aunque más lentamente, en planteamientos y propuestas. Aunque sólo fuera por la capacidad de madurez que el movimiento ha dado a sus participantes ya hubiera merecido la pena. Entre otras cosas ha sido en sí mismo una escuela de formación democrática y de líderes. Lejos de este movimiento el oportunismo, las lecturas conspirativas, el planteamiento electoral....


3. Retos

a. Batallas ganadas

El movimiento 15-M ha sabido ganar la batalla de la opinión pública. Han sabido plantear el fondo de las cuestiones, han conectado con el sentir general, y lo han hecho con un método acertado: el de la sencillez y la no-violencia e iniciando un proceso de descentralización llevando el movimiento como una mancha de aceite en barrios, pueblos y comarcas.

En lo concreto han conseguido ya que en la agenda de los partidos figure la reforma de la Ley electoral, que el propio Partido Socialista (PSOE) ponga en su programa para las próximas elecciones generales gravar los beneficios de los bancos, aumentar los impuestos directos de las grandes fortunas y reintroducir el impuesto de sucesiones. Con un decreto se ha reformado el procedimiento de los deshaucios y se ha iniciado un movimiento de paralización de los mismos (se han paralizado ya más de 60 en toda España). Se han paralizado asimismo algunas redadas racistas en los barrios.

Pero a pesar de lo mucho conseguido es evidente que se trata todavía de un movimiento incipiente, que necesitará tiempo para madurar. Un movimiento que se enfrenta tan directamente a las raíces mismas del mal del sistema será boicoteado por todos los medios, con provocadores, con infiltrados, con descrédito. Los adversarios a hacer frente nacerán de todas partes. Los retos que el movimiento tiene planteados son enormes, en contenidos, en organización, en imagen.

b. Retos.

El primer reto al que el movimiento debe enfrentarse es el de la indiferencia ciudadana, de la despolitización provocada por la desesperanza o por la alienación de los medios de comunicación. Se trata de poner en valor de calle las propuestas y la necesidad de cambio.

Pero el movimiento deberá plantearse, también, por ejemplo,
. cómo consiguen organizarse (barrios, centros de trabajo ...) para que el movimiento no se diluya, a nivel de estado, de autonomía y de localidad, qué organización va surgiendo que mantenga al mismo tiempo la horizontalidad actual ,
. como se pueden vertebrar con el resto de movimientos que durante años, desde diferentes perspectivas, han intentado, también, cambiar el sistema,
. como consiguen resolver el dilema de mantenerse como movimiento social de base y asambleario ya la vez poder incidir en propuestas políticas y cómo superar los mutuos recelos en relación a los partidos y sindicatos,
. cómo consiguen mantener la autonomía ideológica del movimiento y evitar ser fagocitados por otros colectivos más organizados,
. cómo coordinar un movimiento basado en el asamblearismo y donde cada asamblea es autónoma y como conjugar unidad y diversidad.
. como evitar finalmente que el movimiento se vuelva en contra de sus objetivos, es decir, que sean los sectores que siempre buscan pescar en río revuelto, los que acaben capitalizando la indignación.

Respecto de los contenidos será necesario que se planteen, por ejemplo,
. definir con mayor claridad las responsabilidades del poder local, nacional, estatal y europeo tanto en las decisiones legislativas como en sus aplicaciones,
. identificar las responsabilidades de los poderes económicos, el poder mundial difuso entre tantas instituciones mundiales político-económicas, el poder de las finanzas y el de las multinacionales,
. armonizar el sentimiento, la protesta, la pasión la simpatía que ha generado, con propuestas políticas concretas, viables, de carácter político y de carácter económico,
. como mantener el apoyo de los medios de comunicación. A pesar de que una parte importante del movimiento funciona por los nuevos medios de la Internet, la gran masa recibe mayoritariamente la información a través de los canales convencionales,
. como, en definitiva, hacer viable-política-la utopía, formular a corto, medio y largo plazo, a nivel local y supraestatal, vinculada con un nuevo modelo económico, etc.

A mi juicio se trata de un movimiento cultural de largo alcance del que en este momento no es posible prever su evolución ni mucho menos su repercusión electoral. Cualquier hipótesis en este sentido creo que es pura conjetura. Creo finalmente que lo que hoy toca es acompañar, tener una actitud porosa, a la expectativa, crítica pero sin miedos, con la esperanza que puedan mantener su soberanía y el derecho a organizarse, con la conciencia que “los aparatos” no tienen ya el “copyright” de la democracia y que el miedo y la desconfianza que pueden tener estos aparatos, si se perciben, revierten siempre en contra suya como boomerangs.

Crisis de las clases medias

19-07-2011

Crisis de las clases medias

Autor Isidro López (Observatorio Metropolitano)



Isidro López

¿Neoliberalismo? El relato político nos cuenta como, después del 68, lo que parecía un armónico pacto entre capital y trabajo se convirtió en un avispero revolucionario en el que distintas formas culturales y políticas ponían en cuestión el reparto del producto social. Peligraban los beneficios capitalistas. La respuesta: los muy ricos, los propietarios del capital, tomaron las riendas de las políticas públicas desde principios de los ochenta para liquidar la insurrección y reafirmar el poder de mando del capital. Las vías con las que el estado neoliberal decretó recomponer los beneficios capitalistas tenían tanto de disciplinamiento político como de receta contraproducente para el propio desarrollo capitalista: atacar a los salarios, recortar del estado de bienestar y prohibir que el estado incurra en déficits produce una escasez crónica de demanda que impide que el crecimiento económico despegue.
La contrarrevolución neoliberal estaba buscando una vía de escape para su brutal nihilismo social (y económico). El principal motor político del nuevo modelo neoliberal, los ricos, no tenía problema: cada vez acumulaban más y más riqueza con este arreglo. El problema eran las llamadas “clases medias”, un estrato que se había movido al ritmo del constante crecimiento de los salarios y había crecido durante los años sesenta engrosado por la clase obrera industrial y un creciente acceso a posiciones profesionales cualificadas. Los activos financieros, la Bolsa, el crédito y los mercados inmobiliarios fueron “la carta” material (la ideológica sería la "nueva derecha") que el neoliberalismo se guardaba en la manga para intentar conseguir que esa
cosa llamada clase media no pasase a engrosar las filas del tradicional proletariat y, desde ahí, se pusiera en peligro la hegemonía neoliberal. La fórmula es aparentemente sencilla: que todos los recursos que los propietarios de capital roban a la sociedad sean devueltos en forma de crédito, que alimente el consumo y el trabajo (precario) y luego vuelva acrecentado a los propietarios de capital y de títulos financieros. En lo que esto sucede, la desposesión continúa: recortes, privatizaciones, descenso de los salarios y saqueo de bienes naturales. Es la llamada financiarización del capital.
Lo sucedido en España durante la belle époque 1995/2007 es fruto de una extraña colisión entre este modelo y una mutación del muy hispánico y muy bizarro desarrollismo. Durante la autocracia franquista, la solución a los problemas económicos y sociales fue poner el activo number one de España, “El sol y la playa”, en el mercado internacional. Lo que comenzó como un entretenimiento estival para "suecas" y obreros fordistas de Dusseldorf y Manchester, acabó siendo una maquina de producir entradas de flujos internacionales de capital sobre el sector inmobiliario español. Por otro, lado la obra social franquista, con su gran sentido de lo vertical y lo otorgado, anticipando en treinta años a Margaret Thatcher, se ponía a fabricar propietarios de vivienda para ir a contrapelo de la lucha de clases. Desde la transición, unas políticas públicas dispuestas a todo con tal de meter más madera a la maquina turístico-inmobiliaria hicieron lo demás. A partir de mediados de los noventa, mientras el resto de la UE, EE UU y Japón chapoteaban en la atonía económica y la involución social, España se convertía en una de las mecas del capitalismo financiarizado y, encima, desde 2004 se las daba de “progre”.
Se llama “efecto riqueza” a la sensación de afluencia que proporciona el crecimiento del valor de los activos financieros o inmobiliarios aunque, y suele ser el caso, estén financiados a crédito. Su traducción, en el caso español, fue una oleada de euforia en el consumo (la demanda), aunque siempre por barrios, ocasionada por una
fuerte subida de los precios de la vivienda. Este fenómeno recompuso una clase media que perdía posiciones sociales pero mantenía una importante base patrimonial compuesta, casi exclusivamente, por viviendas o, en su (triste) caso, por una hipoteca. La llegada de la crisis inmobiliaria borró este efecto de la noche a la mañana. Comprimiendo en cuestión de meses un proceso que en las anteriores crisis capitalistas podía durar decenios, el desplome de la riqueza financiera/inmobiliaria dejó al descubierto un panorama de salarios menguantes, precariedad laboral, derechos sociales en recesión y la apertura de una brutal brecha generacional entre las posiciones económicas de las anteriores generaciones y los jóvenes.
Del “efecto riqueza” al “efecto pobreza”, la proletarización del estrato central de la sociedad, aparece en toda su violencia material y psicológica, mientras por arriba los poderes políticos se pliegan milimétricamente a las demandas de los verdaderos jefes de todo esto, los propietarios del capital. De manera algo gruesa, se puede resumir el 15M como el momento en que buena parte de las clases medias españolas dejaron de confiar en las soluciones económicas para lanzarse a la arena de la política, que es donde se juega el verdadero partido. Desde ahí, lejos de los pavoneos económicos del ciclo anterior, el 15M tiene algo que enseñar al resto del mundo: en España, hasta 2007, hemos visto “lo mejor” que puede ofrecer el capitalismo financiarizado global en los próximos decenios. Y sabemos que es un callejón sin salida. Por eso, la única salida verdadera a la crisis económica es una crisis política tan profunda que sea capaz de cuestionar quién tiene derecho a apropiarse de lo que producimos entre todos y quién tiene derecho a decidir sobre lo que es de todos.
Isidro López (Observatorio Metropolitano)