El cambio comienza en los Ayuntamientos
26may 2015
Emmanuel Rodríguez (@emmanuelrog) y Isidro López (@LumumbaJr )
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“Ha sido casi como el 12 abril de 1931”, ha dicho algún optimista en referencia a aquellos comicios que abrieron las puertas a la Segunda República. Es importante subrayar el “casi” porque lo que ha salido del domingo no parece vaya a llegar tan lejos. Pero qué de potente y novedoso nos han traído las últimas elecciones locales.
Sobre el 24 de mayo corren ya ríos de tinta, normalmente para destacar algunas banalidades que se deducen echando un vistazo a los resultados (como la abrupta y previsible caída del bipartidismo); o que reproducen las necesidades del negocio periodístico, siempre próximo a esa industria de la representación que es nuestra democracia. Por eso, quizás, se esté pasando por alto el dato fundamental. El domingo se confirmó la existencia de un nuevo partido “de la ruptura”: una realidad variopinta y compleja de iniciativas locales con autonomía y capacidad de incidencia institucional, que a la luz del número de votos obtenidos debiera contar como la tercera fuerza política del Estado español.
No es solo Madrid o Barcelona, tampoco Ada Colau o Manuela Carmena, siquiera Podemos, sino varios centenares de plataformas que cubren casi todo el rango de las ciudades medias de este país (aquellas entre 50.000 y el millón de habitantes) y en las que hacen su vida bastante más de la mitad de la población. Como un calco del 15M, de las asambleas de vivienda, de las distintas mareas, de los primeros círculos de Podemos, han surgido con una capacidad de proliferación que debería causar perplejidad y alegría a partes iguales. Movimientos sociales, asambleas, círculos, secciones más o menos honestas de la casi extinta IU y una ingente cantidad de personas preocupadas y abiertas (por fin) a la vida cívica se han puesto a trabajar en un terreno tan inhóspito como la creación de candidaturas y la realización de campañas electorales. Una capacidad de autoorganización social que ha mostrado el enorme sedimento democrático acumulado en tan sólo cuatro años de crisis política.
Los casos más virtuosos han llegado incluso a ganar, o casi, en ciudades concretas, comarcas enteras e incluso áreas metropolitanas. Así, por ejemplo, en las Rías Altas, donde las Mareas Atlánticas se han hecho con Coruña, pero también con Ferrol y Santiago; o en la Bahía de Cádiz, donde los Sí Se Puede se quedarán seguramente con el Ayuntamiento de Cádiz y el de Puerto Real; o en el extremo sur metropolitano de Madrid en el que gobernarán Ciempozuelos y también Pinto; o en Zaragoza donde “En Común” quedó segunda fuerza sólo detrás del PP. Dicho de otro modo, con resultados mejores de los que haya tenido nunca IU, la altura de estas candidaturas se mide no por sus recursos, ni por su presencia mediática, sino por el enemigo al que se han enfrentado: la partidocracia y sus tentáculos caciquiles, las oligarquías locales del ladrillazo, la prensa local –al servicio de esos poderes–, esto es, los intereses anudados en torno a varias décadas de expolio municipal. Y sin embargo, minusvaloraríamos su importancia si todo quedara reducido a una proeza electoral.
El “nuevo municipalismo democrático” parece haber lanzado un increíble desafío al lenguaje político convencional, ese que invariablemente reproducen los medios de comunicación en su insaciable búsqueda de rostros, logos, declaraciones, símbolos que reduzcan y escenifiquen la representación. Valga decir que estas candidaturas no son un partido, no al menos uno convencional, y que cuando han sido las máscaras de un partido –como los “Ganemos” de IU– sus resultados han sido peor que mediocres. Autónomas, independientes, ancladas a sus realidades locales, han sido tanto o más fuertes como lo eran los vínculos a todo lo que no eran exactamente ellas mismas. De hecho, basta comparar los resultados de las autonómicas con los de las municipales, para confirmar que allí donde las candidaturas han respondido a espacios sociales amplios y complejos, la democracia ha sido mucho más eficaz (también en términos electorales) que la centralización y el verticalismo que algunos sectores dirigentes de Podemos han venido presentando como la única vía posible hacia la victoria electoral.
Pero hay algo más, y es que quizás sólo sobre este movimiento amplio y plural se logra comprender la significación de los dos grandes éxitos del nuevo municipalismo: la victoria de Barcelona en Comú y la casi victoria de Ahora Madrid. Resumidos, explicados y representados por los medios casi únicamente en referencia a las figuras de Carmena y Colau, os éxitos de ambas candidaturas sólo adquieren su magnitud a la luz del trabajo invisible y colosal de una inmensa minoría activa. Sólo así se comprende que en ambas ciudades los mejores resultados se hayan obtenido en aquellos barrios (normalmente los más populares) donde el tejido social se ha implicado con o alrededor de la candidatura, pero sin ser parte de la misma: una multitud grupos locales, talleres y actos, a veces modestos y minoritarios, pero imponentes cuando se consideran en conjunto. Por eso conviene decir, de nuevo, municipalismo, democracia local.
Desde luego, porque ni la representación ni el acceso al gobierno son garantías de cambio democrático alguno, los retos del municipalismo son enormes. En cualquier caso, el 24 de mayo se ha dado un nuevo vuelvo al ciclo político, quizás mayor que el de hace un año. La irrupción electoral de las fuerzas del cambio en los ayuntamientos ha vuelto a acelerar una coyuntura marcada por la demanda de ruptura con el régimen del ’78, una demanda que se dio por cerrada y que felizmente ha resurgido. Además, el éxito de las candidaturas locales ha puesto sobre la mesa la necesidad de que Podemos se replantee la efectividad de su cierre populista y su giro al marketing político, esto es, avance hacia la composición de una organización plural, abierta al desborde y con la ruptura en su punto de mira. Vista la rapidez y la profundidad con que se han extendido las candidaturas municipalistas es fácil creer que estamos a tiempo de ganar las elecciones de noviembre.
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