MANIFIESTO CPS 2012
Denuncia
profética ante la crisis actual: «Hay muchas maneras de matar»
El colectivo de CRISTIANOS/AS POR EL SOCIALISMO, siempre
atento al sufrimiento de los pobres, los necesitados y los más débiles, alza la
voz denunciando el panorama de muerte que actualmente estamos sufriendo.
Queremos dejar constancia de las consecuencias tremendas que se deducen de esta
crisis. Es la crisis del sistema capitalista en su fase neoliberal.
1.- Una crisis global que roba el futuro a la humanidad
El capitalismo ha pervertido la economía, tiene su propia
lógica: aparta la economía del bien común de la sociedad. La crisis actual es
una crisis multidimensional y sistémica. La crisis económica se está
produciendo en el seno de otras dos crisis más graves: por un lado, aquella que hunde a una porción
significativa de la humanidad de todas las
partes del mundo en la miseria, la destrucción y el hambre, especialmente en
países cada vez más excluidos del poder económico,
científico y tecnológico. Por otra parte, el sistema de producción y consumo
ilimitado no es sostenible en una Tierra pequeña y de recursos limitados: la
degradación creciente del equilibrio ecológico nos está conduciendo hacia un
futuro cada vez más incierto de la biosfera y del destino del ser humano. Por
eso, la actual crisis no es sólo una crisis económico-financiera. Es una crisis
de la civilización industrial capitalista que ponen en riesgo a toda la humanidad.
El sistema conduce a una minoría de poderosos, solo un 1% a un bienestar insensato y deshumanizador al tiempo
destruye la vida de inmensas mayorías, el 99 %,
de seres humanos indefensos. El sistema hace imposible el consenso de los
pueblos y las culturas para poner en el centro la razón del bien común de la
comunidad humana en una Tierra que sea la casa de todos.
2.- Una injusticia clamorosa: rescatan bancos a costa de abandonar a
amplios sectores de la sociedad
En España hay 5.778.000 de parados. 400.000
desahucios desde 2007 (517 diarios durante el año 2012); el drama de 1.800.000
familias sin ingresos de ningún tipo; asimismo, los trabajadores y trabajadoras
asisten a la disminución del poder adquisitivo de sus salarios en un 20 %. Una
deuda privada de empresas y banca que quieren que se haga pública para que la
paguemos todos los ciudadanos. Los ingentes recortes actuales son recortes
criminales porque resultan mortíferos para las personas más vulnerables de
nuestra sociedad. Hay muchas maneras de matar: se puede matar con misiles, con
pistolas, con radiactividad, pero también se mata con reales decretos de
ajustes financieros. Se pide austeridad, pero esta sólo se traduce en abandono
a las clases populares, a los trabajadores y trabajadoras, a la población
inmigrante y en una sobrecarga de tareas domésticas y de cuidados que recaen en
exclusiva a las mujeres. Al tiempo que ocurre lo anterior, se aprueban programas
que rescatan al sector financiero y a los bancos. O sea, castigan a las
víctimas de la crisis y distribuyen premios a los causantes de ella.
Las clases dominantes están utilizando la crisis como una monumental
coartada para imponer su “nuevo orden” en una guerra sin cuartel para lo que
pretenden aniquilarnos como clase y como pueblo. Se aumentará el paro con la
reforma laboral, se sacrificará el trabajo y la producción de los campesinos y
campesinas, mientras que el capital se moverá a sus anchas. Existe una conciencia creciente de que nos llevan a
la destrucción, que todos los sacrificios son pocos en el altar del capital.
3.- Silencio de la jerarquía católica en el Estado español
La jerarquía apenas ha dicho nada ante esta situación desastrosa para
la mayoría de la clase trabajadora y de los pobres. Seguramente porque sigue
formando parte de las estructuras de este capitalismo financiarizado y
especulativo, del entramado político, económico, jurídico y social del mundo de
los ricos. Así es imposible que pueda pronunciar una palabra de aliento y
esperanza para los empobrecidos. Ha olvidado completamente la sentencia de
Jesús que dice que “no se puede servir a dos señores, no podéis servir a Dios y
al capital”.
4.- La respuesta tiene que darse con otra lógica y otros valores
distintos a los del sistema capitalista
Jesús denunció los abusos y tropelías con radicalidad porque
no formaba parte de las estructuras políticas ni religiosas del sistema opresor
de su época. El centro de la experiencia profética de Jesús no lo ocupa
propiamente Dios, sino «el reino de Dios y su justicia». Jesús no separa nunca
a Dios de su proyecto de transformar el mundo para humanizar la historia. A nosotros
se nos pide atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema para entrar en la
lógica y la dinámica del reino de Dios
combatiendo la lógica sacrificial del capital.
Madrid, 17 y 18 de noviembre de 2012
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