viernes, 20 de febrero de 2015

FELICITACIÓN A FRANÇOIS HOUTART EN SUS 90 AÑOS DE VIDA PLENA







 Resultado de imaxes para FRANÇOIS HOUTART
 François Houtart , 90 años de Plenitud

Madrid 1 de Marzo de 2015
Querido François:
Queremos felicitarte por tu larga y fecunda existencia. Tus primeros 90 años son la expresión de una vida extraordinaria al servicio de todos los pobres de la Tierra. Te debe mucho el colectivo de Cristianos por el Socialismo (CPS). Nos has enseñado a descubrir la dimensión planetaria que tienen los problemas actuales, los políticos, los económicos, los sociales, los religiosos. También los problemas ecológicos del planeta tierra. Es el problema de la Vida contra la muerte. Luchamos para que sigan viviendo todos los seres vivos del Universo. Nos sentimos muy vinculados a tu persona y a todos los compromisos mundiales que tienes con los pueblos indígenas y con tu proyecto de la “Declaración universal del Bien Común de la humanidad”. Además de esta dimensión política y socio-ecológica nos sentimos especialmente unidos en el aspecto cristiano de tu existencia, con tu aportación a la Teología de la Liberación y en todos los avatares de tu vida. Recibe nuestra más sincera felicitación por esos 90 años de una VIDA LLENA HASTA REBOSAR DE PLENITUD. Un fuerte abrazo de tus amigos de CPS de España

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Son políticos o profesionales de la mentira?

 

GENOVA,13 MADRID

En la época de la mentira, el sistema político se desmorona víctima de sus propios fraudes.

Aún no ha comenzado ninguna de las cinco campañas electorales que padeceremos este año y numerosos políticos han batido ya varias veces sus propios récords de imposturas, engaños, invenciones, calumnias… mentiras puras y duras, vaya, con las que siguen creyendo que ganarán votos de ciudadanos crédulos. Parecen ignorar que la misma tecnología que hoy les permite multiplicar ese bombardeo de embustes, como el que tantas veces usaron para embaucar a los votantes, es la que ahora capacita hasta al más humilde de los electores para descubrir enseguida la falsedad de esos tahúres.

Hasta ahora, el “y tú, más” tradicional en la política hispana había bastado para distraer la atención de la opinión pública de la podredumbre enquistada en el seno del mismo partido que acusa a los demás de lo que en él anida. Un tradicional alarde en España del tercer principio de la propaganda de Goebbels (el de la transposición): “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos”.

Algo tan español como “la paja en el ojo ajeno” y tan típico de la zafiedad discursiva de nuestros políticos como lo es el también consagrado por el refranero: “Dígalo, Muñoz, que miente más que dos”.

Así que los grandes (y pequeños) partidos de siempre se han dado una vez más al frenesí del sexto principio de Goebbels (el de la orquestación): “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Pero el manual maquiavélico del ministro nazi no contaba con las redes sociales, y ese nuevo universo internáutico está cambiando el mundo de la falsificación política en la que se han asentado hasta ahora las victorias de nuestros gobernantes en las urnas.

Sondeo tras sondeo y encuesta tras encuesta apuntan al inminente fin del bipartidismo que secuestró nuestro sistema tras ser impuesto en la Transición por el chantaje de los herederos del franquismo y la amenaza golpista de su Ejército. Sin embargo, los poderes económicos, políticos, mediáticos, militares y religiosos que manejan España simplemente han desencadenado una ofensiva goebbeliana en todos los frentes como si su tremenda potencia de fuego fuera a convertir en realidad esa montaña de mentiras.

El primer principio del propagandista nazi era el de simplificación: “Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo”… Sí, lo has adivinado: Podemos.

El segundo era el del método de contagio: “Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo, constituyéndolos en una suma individualizada”… Pues claro, la Syriza griega amenaza a Europa igual que Podemos amenaza a España, porque ambos son iguales entre sí e iguales que ETA, que Chávez, que los ayatolás, que el dictador norcoreano, que…

De ahí se pasa fácilmente a los principios tercero y cuarto, este último llamado dela exageración y desfiguración: “Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave”. Y aquí estamos:

Los que han estado robando durante décadas cientos de millones de euros de los fondos públicos (mediante tramas como Gürtel, Púnica, Nóos, Palau, Pallerols, ERE…) pretenden que cobrar 1.800 euros al mes por un trabajo de investigación universitario es un escándalo (4º principio). Y para argumentar que sí lo es, lo definen como “beca”, y así lo llaman a partir de ese momento todos los medios de comunicación hasta conseguir que sea el primer término acuñado en toda búsqueda en Google sobre el blanco de esa ofensiva (Errejón), pese a que se trata de un informe académico contratado a un doctor en Ciencias Políticas… nada más lejos del verdadero significado (subvención) del término “beca” (6º principio).

En cuanto a otro de los blancos de esa campaña de infamias (Monedero), el portavoz del Comité de Campaña del mismo partido que está siendo investigado en los tribunales por financiación ilegal en siete comunidades y en su propia sede nacional, que ha pagado con fondos de una Caja B y donde a todas luces se repartían sobresueldos millonarios de dinero negro a sus más altos dirigentes, se atreve a preguntarnos por televisión: “¿Cómo alguien tiene 200.000 euros a tocateja en su cuenta corriente?”

Un claro ejemplo del principio de desfiguración, sin duda, pero que va mucho más allá: resulta que ese dinero se abona a Hacienda desde la cuenta de la empresa en la que se ha ingresado más del doble por una facturación que es, precisamente, la que genera ese impuesto. Es decir, ni es la cuenta corriente del afectado, ni es una cantidad inexplicada “a tocateja”, sino sólo una parte de lo cobrado (por eso lo tiene Monedero), declarado y tributado abierta y públicamente. ¿Acaso nos está tomando por tontos Pablo Casado? Pues no sólo él, ya que esa pregunta capciosa la convirtió TVE en un destacado subtítulo que mantuvo en pantalla largo rato para que millones de espectadores se escandalizasen incluso si estaban en un bar y no llegaban a escuchar las reflexiones del portavoz pepero.

Porque Casado estaba aplicando otro principio de Goebbels, el 5º o de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

He dicho “pepero” y no “popular”, porque ese último término es “perteneciente o relativo al pueblo”, o bien “propio de las clases sociales menos favorecidas”, y ninguna de esas acepciones de la Real Academia son asimilables a un partido cuyos dirigentes pertenecen a las más poderosas élites económicas y trabajan para ellas. Su sede nacional en la calle Génova (esa que reformaron con 1,71 millones en negro) exhibe la palabra “populares” docenas de veces en toda su fachada, pero son sus líderes los que acusan de “populistas” a sus adversarios… de quienes por cierto se burlan por comprar ropa en Alcampo, en vez de en las boutiques de Serrano, como ellos. Eso sí, no les llamen “casta”, que se ofenden.

Ese término también es considerado una afrenta por los más altos dirigentes del otro gran partido del sistema. Pero no dudan en bajar corriendo al fango a la mínima oportunidad y, por ejemplo, proclamar que “es inmoral que Podemos mantenga Monedero”, como hizo Pedro Sánchez fingiendo ignorar que el PSOE sigue amparando y protegiendo a ilustrísimos imputados por el Supremo como son los expresidentes andaluces Chaves y Griñán. En este caso no se habla de 425.000 euros, sino de 855 millones; no contemplamos el supuesto intento individual de ahorrarse un tramo del impuesto sobre esa primera cantidad, sino de una gigantesca trama para apropiarse de fondos públicos mediante un fraude descomunal; y no hablamos de alguien cuyo único cargo (sin sueldo) es interno, dentro de una formación política que aún no tiene ningún diputado, y su única responsabilidad es de elaboración programática, sino de un miembro del Congreso y de otro del Senado que llevan mucho tiempo a sueldo del erario público. No se trata de aplicar aquí el “y tú más”, sino de resaltar el tremendo abuso que hace el líder socialista del principio de la exageración y desfiguración, y recordarle que en sus orígenes el PSOE era marxista y debería saber que “la cantidad cambia la calidad”. Si lo de Podemos es “inmoral”, ¿lo suyo, qué es?

Los medios de comunicación que están al servicio de esa casta no tienen reparo alguno en repetir una y otra vez mentiras en portada, ni se sonrojan cuando se demuestra una y otra vez que esos titulares son falsos: ni Monedero “falseó la mayor parte de su currículo académico”, como se encargaron de desmentir las universidades en las que participó como profesor; ni “ingresó otro millón de Venezuela desde una fundación”, como tuvo también que desmentir esa Fundación del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS). Pero tanto El País como El Mundo, los dos mayores periódicos de la prensa escrita de España, siguen tan panchos, al parecer dispuestos a continuar aplicando el principio de orquestación de Goebbels mientras sus amos se lo ordenen.

Llegamos, pues, al octavo principio de propaganda nazi, el de renovación: “Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”. Qué mejor maniobra, entonces, que mezclar este 8º con el 6º y saltar al cuello de Syriza porque reclama una auditoría y reestructuración de la impagable deuda externa, a la que la Troika ha condenado a Grecia mediante la imposición de draconianas medidas de austeridad que la han multiplicado en beneficio de la gran banca internacional y de los especuladores bursátiles, a costa de la miseria, incluso la muerte, de millones de ciudadanos.

Uno tras otro, los ministros y dirigentes del PP han utilizado varios de los principios goebbelianos (simplificación, desfiguración, orquestación…) para mentir descaradamente sobre la deuda griega. Luis de Guindos, titular de Economía, afirmó que España ha prestado 26.000 millones a Grecia, subrayando que equivalen al gasto español en desempleo de todo un año. El de Exteriores, García Margallo, incluso proclamó que “si España no hubiese prestado 32.744 millones de euros a Grecia podrían haber subido las prestaciones por desempleo un 50% o aumentado las pensiones un 38%”.

Pues bien, resulta que ambas afirmaciones son falsas. La verdad:

“Si bien es cierto que el Estado español le prestó a Grecia 6.659,48 millones de euros en 2010 y 2011, el resto (unos 19.600 millones de euros) es dinero que le prestaron determinados inversores financieros al Estado griego (para hacer negocio, no lo olvidemos), y que el Estado español ha avalado”.

Naturalmente, la verdad no importa a nuestros políticos –mejor dicho, les asusta, pues como dijo Gramsci “decir la verdad es siempre revolucionario”–, así que ahora en las tertulias, los medios de comunicación, los foros de debate, los bares, los taxis… sólo se habla de que Tsipras pretende robar a España el dinero que le hemos prestado a Grecia. Una tergiversación malintencionada con la que además se busca convertir a su amigo Pablo Iglesias en traidor.

Esta maniobra envolvente contra Podemos-Syriza se guía por otros tres de los principios de propaganda de Goebbels (8º, 9º y 10º): El de la verosimilitud(“construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de globos sonda o de informaciones fragmentarias”), el de la silenciación (“acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”) y el de la transfusión (“la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales, por lo que hay que difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”).

El último de los principios de la propaganda nazi, el undécimo, es el conocido como de la unanimidad, y es el más utilizado por el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: “Hay que convencer a mucha gente de que piensa ‘como todo el mundo’, creando una falsa impresión de unanimidad”.

Lo único que nos salva es que el inquilino de La Moncloa es precisamente el político menos creíble y más impopular de todo este triste panorama.

En la época de la mentira, el sistema político se desmorona víctima de sus propios fraudes.

Aún no ha comenzado ninguna de las cinco campañas electorales que padeceremos este año y numerosos políticos han batido ya varias veces sus propios récords de imposturas, engaños, invenciones, calumnias… mentiras puras y duras, vaya, con las que siguen creyendo que ganarán votos de ciudadanos crédulos. Parecen ignorar que la misma tecnología que hoy les permite multiplicar ese bombardeo de embustes, como el que tantas veces usaron para embaucar a los votantes, es la que ahora capacita hasta al más humilde de los electores para descubrir enseguida la falsedad de esos tahúres.

Hasta ahora, el “y tú, más” tradicional en la política hispana había bastado para distraer la atención de la opinión pública de la podredumbre enquistada en el seno del mismo partido que acusa a los demás de lo que en él anida. Un tradicional alarde en España del tercer principio de la propaganda de Goebbels (el de la transposición): “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos”.

Algo tan español como “la paja en el ojo ajeno” y tan típico de la zafiedad discursiva de nuestros políticos como lo es el también consagrado por el refranero: “Dígalo, Muñoz, que miente más que dos”.

Así que los grandes (y pequeños) partidos de siempre se han dado una vez más al frenesí del sexto principio de Goebbels (el de la orquestación): “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Pero el manual maquiavélico del ministro nazi no contaba con las redes sociales, y ese nuevo universo internáutico está cambiando el mundo de la falsificación política en la que se han asentado hasta ahora las victorias de nuestros gobernantes en las urnas.

Sondeo tras sondeo y encuesta tras encuesta apuntan al inminente fin del bipartidismo que secuestró nuestro sistema tras ser impuesto en la Transición por el chantaje de los herederos del franquismo y la amenaza golpista de su Ejército. Sin embargo, los poderes económicos, políticos, mediáticos, militares y religiosos que manejan España simplemente han desencadenado una ofensiva goebbeliana en todos los frentes como si su tremenda potencia de fuego fuera a convertir en realidad esa montaña de mentiras.

El primer principio del propagandista nazi era el de simplificación: “Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo”… Sí, lo has adivinado: Podemos.

El segundo era el del método de contagio: “Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo, constituyéndolos en una suma individualizada”… Pues claro, la Syriza griega amenaza a Europa igual que Podemos amenaza a España, porque ambos son iguales entre sí e iguales que ETA, que Chávez, que los ayatolás, que el dictador norcoreano, que…

De ahí se pasa fácilmente a los principios tercero y cuarto, este último llamado dela exageración y desfiguración: “Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave”. Y aquí estamos:

Los que han estado robando durante décadas cientos de millones de euros de los fondos públicos (mediante tramas como Gürtel, Púnica, Nóos, Palau, Pallerols, ERE…) pretenden que cobrar 1.800 euros al mes por un trabajo de investigación universitario es un escándalo (4º principio). Y para argumentar que sí lo es, lo definen como “beca”, y así lo llaman a partir de ese momento todos los medios de comunicación hasta conseguir que sea el primer término acuñado en toda búsqueda en Google sobre el blanco de esa ofensiva (Errejón), pese a que se trata de un informe académico contratado a un doctor en Ciencias Políticas… nada más lejos del verdadero significado (subvención) del término “beca” (6º principio).

En cuanto a otro de los blancos de esa campaña de infamias (Monedero), el portavoz del Comité de Campaña del mismo partido que está siendo investigado en los tribunales por financiación ilegal en siete comunidades y en su propia sede nacional, que ha pagado con fondos de una Caja B y donde a todas luces se repartían sobresueldos millonarios de dinero negro a sus más altos dirigentes, se atreve a preguntarnos por televisión: “¿Cómo alguien tiene 200.000 euros a tocateja en su cuenta corriente?”

Un claro ejemplo del principio de desfiguración, sin duda, pero que va mucho más allá: resulta que ese dinero se abona a Hacienda desde la cuenta de la empresa en la que se ha ingresado más del doble por una facturación que es, precisamente, la que genera ese impuesto. Es decir, ni es la cuenta corriente del afectado, ni es una cantidad inexplicada “a tocateja”, sino sólo una parte de lo cobrado (por eso lo tiene Monedero), declarado y tributado abierta y públicamente. ¿Acaso nos está tomando por tontos Pablo Casado? Pues no sólo él, ya que esa pregunta capciosa la convirtió TVE en un destacado subtítulo que mantuvo en pantalla largo rato para que millones de espectadores se escandalizasen incluso si estaban en un bar y no llegaban a escuchar las reflexiones del portavoz pepero.

Porque Casado estaba aplicando otro principio de Goebbels, el 5º o de la vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

He dicho “pepero” y no “popular”, porque ese último término es “perteneciente o relativo al pueblo”, o bien “propio de las clases sociales menos favorecidas”, y ninguna de esas acepciones de la Real Academia son asimilables a un partido cuyos dirigentes pertenecen a las más poderosas élites económicas y trabajan para ellas. Su sede nacional en la calle Génova (esa que reformaron con 1,71 millones en negro) exhibe la palabra “populares” docenas de veces en toda su fachada, pero son sus líderes los que acusan de “populistas” a sus adversarios… de quienes por cierto se burlan por comprar ropa en Alcampo, en vez de en las boutiques de Serrano, como ellos. Eso sí, no les llamen “casta”, que se ofenden.

Ese término también es considerado una afrenta por los más altos dirigentes del otro gran partido del sistema. Pero no dudan en bajar corriendo al fango a la mínima oportunidad y, por ejemplo, proclamar que “es inmoral que Podemos mantenga Monedero”, como hizo Pedro Sánchez fingiendo ignorar que el PSOE sigue amparando y protegiendo a ilustrísimos imputados por el Supremo como son los expresidentes andaluces Chaves y Griñán. En este caso no se habla de 425.000 euros, sino de 855 millones; no contemplamos el supuesto intento individual de ahorrarse un tramo del impuesto sobre esa primera cantidad, sino de una gigantesca trama para apropiarse de fondos públicos mediante un fraude descomunal; y no hablamos de alguien cuyo único cargo (sin sueldo) es interno, dentro de una formación política que aún no tiene ningún diputado, y su única responsabilidad es de elaboración programática, sino de un miembro del Congreso y de otro del Senado que llevan mucho tiempo a sueldo del erario público. No se trata de aplicar aquí el “y tú más”, sino de resaltar el tremendo abuso que hace el líder socialista del principio de la exageración y desfiguración, y recordarle que en sus orígenes el PSOE era marxista y debería saber que “la cantidad cambia la calidad”. Si lo de Podemos es “inmoral”, ¿lo suyo, qué es?

Los medios de comunicación que están al servicio de esa casta no tienen reparo alguno en repetir una y otra vez mentiras en portada, ni se sonrojan cuando se demuestra una y otra vez que esos titulares son falsos: ni Monedero “falseó la mayor parte de su currículo académico”, como se encargaron de desmentir las universidades en las que participó como profesor; ni “ingresó otro millón de Venezuela desde una fundación”, como tuvo también que desmentir esa Fundación del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS). Pero tanto El País como El Mundo, los dos mayores periódicos de la prensa escrita de España, siguen tan panchos, al parecer dispuestos a continuar aplicando el principio de orquestación de Goebbels mientras sus amos se lo ordenen.

Llegamos, pues, al octavo principio de propaganda nazi, el de renovación: “Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”. Qué mejor maniobra, entonces, que mezclar este 8º con el 6º y saltar al cuello de Syriza porque reclama una auditoría y reestructuración de la impagable deuda externa, a la que la Troika ha condenado a Grecia mediante la imposición de draconianas medidas de austeridad que la han multiplicado en beneficio de la gran banca internacional y de los especuladores bursátiles, a costa de la miseria, incluso la muerte, de millones de ciudadanos.

Uno tras otro, los ministros y dirigentes del PP han utilizado varios de los principios goebbelianos (simplificación, desfiguración, orquestación…) para mentir descaradamente sobre la deuda griega. Luis de Guindos, titular de Economía, afirmó que España ha prestado 26.000 millones a Grecia, subrayando que equivalen al gasto español en desempleo de todo un año. El de Exteriores, García Margallo, incluso proclamó que “si España no hubiese prestado 32.744 millones de euros a Grecia podrían haber subido las prestaciones por desempleo un 50% o aumentado las pensiones un 38%”.

Pues bien, resulta que ambas afirmaciones son falsas. La verdad:

“Si bien es cierto que el Estado español le prestó a Grecia 6.659,48 millones de euros en 2010 y 2011, el resto (unos 19.600 millones de euros) es dinero que le prestaron determinados inversores financieros al Estado griego (para hacer negocio, no lo olvidemos), y que el Estado español ha avalado”.

Naturalmente, la verdad no importa a nuestros políticos –mejor dicho, les asusta, pues como dijo Gramsci “decir la verdad es siempre revolucionario”–, así que ahora en las tertulias, los medios de comunicación, los foros de debate, los bares, los taxis… sólo se habla de que Tsipras pretende robar a España el dinero que le hemos prestado a Grecia. Una tergiversación malintencionada con la que además se busca convertir a su amigo Pablo Iglesias en traidor.

Esta maniobra envolvente contra Podemos-Syriza se guía por otros tres de los principios de propaganda de Goebbels (8º, 9º y 10º): El de la verosimilitud(“construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de globos sonda o de informaciones fragmentarias”), el de la silenciación (“acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”) y el de la transfusión (“la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales, por lo que hay que difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”).

El último de los principios de la propaganda nazi, el undécimo, es el conocido como de la unanimidad, y es el más utilizado por el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: “Hay que convencer a mucha gente de que piensa ‘como todo el mundo’, creando una falsa impresión de unanimidad”.

Lo único que nos salva es que el inquilino de La Moncloa es precisamente el político menos creíble y más impopular de todo este triste panorama.

FUENTE: PUBLICO.ES

lunes, 2 de febrero de 2015

Elecciones ¿una palanca o una trampa?

 

                                                 Jordi Borja

 

¿Las elecciones son una palanca para promover un cambio político y social profundo? Así fueron las elecciones de 1977 y 1982 en España que dieron lugar a la instalación de una democracia formal o liberal primero y luego a un gobierno socialista que promovió un importante desarrollo de los derechos sociales. Otro caso especialmente interesante fueron las elecciones municipales de 1931 que acabaron con la Monarquía, establecieron la República y reconocieron la personalidad nacional de Catalunya, Euzkadi y Galicia. La emergencia de Podemos, un posible ganador de las elecciones generales de 2016, ha generado una expectativa de cambio que no sea la simple alternancia del bipartidismo establecido desde la “Transición”. Podemos es una alternativa política y social que pretende cuestionar el actual “sistema” formal y material. Las elecciones son la oportunidad y el instrumento para impulsar cambios institucionales y políticas públicas que amplíen los derechos pero su ejecución no depende únicamente de los programas y de los resultados obtenidos por parte de los vencedores. Se deben a que se hayan expresado demandas y reivindicaciones antes y hayan creado un ambiente propicio a las nuevas políticas. Y la ejecución de éstas dependerán en gran parte de cómo se manifiesta la presión social. Un caso de libro, entre otros, es la victoria del Frente Popular en Francia en 1936. Poco después de las elecciones los sindicatos de trabajadores promovieron las mayores huelgas conocidas hasta entonces y ocuparon las fábricas. Sus reivindicaciones fueron más allá de los programas de los partidos del Frente Popular. Se promovieron reformas legales y sociales que establecieron los derechos y los programas que fueron el inicio del welfare state (estado del bienestar). Hubo una articulación entre el movimiento de los trabajadores y los partidos de la izquierda (comunistas principalmente y en menor grado socialistas) pero también contradicciones. 1 Cuando la representación política parlamentaria no está vinculada a la movilización social se pierden las elecciones, como ocurrió en el postmayo del 68. O bien el partido vencedor no es capaz o no considera viable asumir las expectativas de la ciudadanía movilizada, como ocurrió con los gobiernos resultantes de la transición en España. En estos casos las elecciones son una trampa, el instrumento frustrador de las demandas de una ciudadanía mal representada por las instituciones políticas. Sartre definió las elecciones después del 68 con una frase contundente: “Élections piège a cons”2

¿Cuál es la causa de que se produzca una frustración de la ciudadanía cuando llegan a gobernar las fuerzas políticas que representan la esperanza del cambio? Sin entrar en explicaciones específicas sobre los gobiernos y las situaciones concretas sobre el liderazgo, la debilidad programática, la insuficiente movilización social o el temor a los poderes fácticos nos parece que hay una causa más general. Los momentos históricos en los que se plantean reformas profundas del marco institucional y socio-económico suponen una confrontación entre el Estado de derecho existente y la exigencia democrática portadora del cambio. O, expresado más concretamente, el conflicto enfrenta a los gobiernos y los partidos dominantes, instalados en el marco jurídico y político institucionalizado y los movimientos sociales y ciudadanos en los que la insuficiencia de los derechos formales y el sentimiento de no sentirse representados plantea la disyuntiva entre el orden formal de la democracia representativa (o desorden establecido según el personalista cristiano Mounier) y el nuevo orden que más o menos confuso expresa el “pueblo”3 . Y este exordio nos lleva hasta la España actual en la que se enfrenta el Estado del malestar pero de “derecho” y Podemos que se presenta como una alternativa popular, son calificados de populistas por sintonizar con a la gente en la calle y prometen combatir los privilegios y las desigualdades generadas por las políticas impulsadas de los gobiernos y de los poderes económicos y mediáticos. Es indiscutible que son, o quieren ser, realmente una alternativa a lo que denominan “casta” o “sistema” y no es ni mucho menos imposible que puedan ganar unas elecciones generales. Incluso no es utópico que puedan formar gobierno, solos o con aliados. ¿Y después? Supongamos que se llegue a las elecciones y las tendencias de voto y de indignación social sigan en aumento. Gana Podemos y forma gobierno, con una mayoría relativa pero potente y con aliados diversos, de izquierda y quizás nacionalistas. ¿El programa que anuncia Podemos y las expectativas de la parte más movilizable hoy de la sociedad podrá aplicarse solamente actos de gobierno y aprobación de leyes y reglamentos? Mi intención no es exponer los probables límites y oposiciones de los múltiples entornos adversos: la Unión Europea, los aparatos del Estado, los poderes económicos, las diversidades territoriales, las reacciones ideológicas y mediáticas, etc. Son cuestiones previsibles y conocidas. Nos referimos a dos cuestiones menos debatidas y muy vinculadas entre ellas: la articulación del gobierno con la ciudadanía activa o pueblo y la confrontación con el marco jurídicopolitico existente. La relación “gobierno-pueblo” (perdonen un concepto que suena a démodé) puede ser complicada. Podemos no es por ahora un partido o similar arraigado en el tejido social y en las instituciones y entidades territoriales y sectoriales. No hegemoniza los sindicatos ni las corporaciones profesionales, ni grandes medios de comunicación. Su dirección y su esqueleto orgánico no parece que esté formado por cuadros políticos con experiencia no solo de gobierno (tal como se gobierna casi mejor así) sino tampoco de liderazgo social. La imagen que transmiten es gente procedente del mundo académico, intelectualmente brillante y personalmente honesta. La política es dura, si se gobierna mucho más. Se puede esperar que sean suficientemente duros para no endurecerse demasiado. Un gobierno como el que una gran parte de la ciudadanía desea supone contar con la fuerza organizada de la ciudadanía. En los próximos meses es posible que aumente la movilización social y política y los que fueron partidos dominantes parecen suficientemente estúpidos como para aumentar la indignación popular. Podemos y organizaciones políticas más o menos afines se pueden reforzar mucho, antes y después de las elecciones. Y lo mismo puede ocurrir con los movimientos sociales y su articulación con las candidaturas políticas Todo esto es posible si el nuevo período preelectoral que se anuncia puede dinamizar este complejo político y social democrático.

La otra cuestión nos parece más delicada, imprevisible y compleja. Retornamos a la cuestión de la “democracia conflictual”. O dicho de otra forma, la contradicción entre el “Estado de derecho”, formalización de la democracia institucionalmente existente, enfrentado con las expectativas de construir ya una democracia más real, que no sea excluyente y oligárquica sino socialmente justa, económicamente integradora, culturalmente diversa, nacionalmente plural y estatalmente multiforme. ¿Es posible una reforma profunda del marco constitucional sin forzar la legalidad existente? ¿Las exigencias nacionales de Catalunya y del País Vasco y quizás de otros territorios van a esperar indefinidamente a que se construya una nueva arquitectura estatal a gusto de todos? ¿Unas nuevas políticas socio-económicas (financieras, fiscales, laborales, redistributivas, publificadoras, pago de la deuda ilegítima, etc) podrán implementarse frente al “muro del dinero? ¿Los poderes mediáticos que promoverán campañas alarmistas podrán actuar impunemente bajo la protección del derecho de expresión? ¿Se podrán ceder competencias de gestión pública a las organizaciones sociales? ¿Se limitarán las funciones de los partidos políticos a su actividad en el gobierno y los parlamentos? ¿Se multiplicarán las formas de participación política y el desarrollo de la democracia directa? ¿Podrán Podemos y sus posibles aliados responder positivamente a estos desafíos? Puede que así sea. Esperemos que finalmente vivamos una segunda y real transición democrática. Y no la de Merimée, perdón la que lideró el PSOE en los años 80.

1 Los sindicatos, como portavoces de la movilización social, consiguieron un importante aumento de salarios, las vacaciones pagadas, la semana de 40 horas y el arbitraje del Ministerio de Trabajo en los conflictos laborales. Las reivindicaciones iniciales eran más radicales pero el PC convenció a los sindicatos que la reacción de los sectores conservadores podía provocar una derechización política y social.

2 “Elecciones trampa para imbéciles” editorial de Temps Modernes, 1971.

3 El debate, o mejor dicho la dialéctica, entre populismo y democracia podría ser más productivo si se relacionan ambos conceptos. La bibliografía es numerosa pero predomina el “parti pris”. Por su distanciamiento teórico son estimulantes las cuatro conferencias de Etienne Balibar en el Birkbeck Institut de la Universidad de Londres (2008), Of Insurrection and Democracy. Su versión escrita se encuentra en Cittadinanza (Torino, 2012) y su traducción en castellano: Ciudadanía (Argentina,2013). Ver cap 6, La aporia de una democracia conflictiva.

Jordi Borja es miembro del consejo editorial de SinPermiso