jueves, 20 de octubre de 2011

CPS opina:EL ESCUDO ANTIMISILES

 

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El movimiento de CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO, después de estar suficientemente informados, denunciamos la decisión de Zapatero de entregar la base de Rota a EEUU y la OTAN. En el próximo Consejo de Ministros se aprobará un acuerdo para convertir a Rota en la principal base naval del escudo antimisiles europeo de la OTAN, que no se ha negociado aún. Zapatero ha afirmado, también, que no juzga necesario revisar el Tratado Bilateral entre España y EE. UU. suscrito por Aznar en 2002.

Este Tratado permite la instalación permanente de tropas norteamericanas en Rota y Morón, la utilización del espacio terrestre, aéreo y marítimo para su traslado (estén destacadas aquí o no, e incluyendo el transporte de armamento nuclear previa “información”) y la libre circulación por todo el territorio del Estado de los servicios secretos militares estadounidenses que contarán con la cooperación de sus homólogos españoles. El nuevo “acuerdo” da un paso decisivo en la integración militar del Estado español, en la OTAN.

Rota ha sido una enorme base aeronaval, lugar de tránsito, almacenaje, abastecimiento y apoyo logístico de combate de las flotas de los EE UU en el Mediterráneo y en el Índico, y de las instalaciones y bases militares en todo el Gran Oriente Medio. Rota ha sido pieza clave en la brutal y planificada agresión a Libia y, antes, en el sostenimiento de los frentes militares en Iraq y Afganistán. Rota es un nudo con muchas derivaciones en la gigantesca red militar y de inteligencia de los Estados Unidos. Rota es una base naval, un aeropuerto de gran capacidad, un centro de control de inteligencia operacional, táctica y estratégica.

Además de la decisión del Gobierno de ampliar las  funciones de la base de Rota para que se convierta en el soporte del “componente naval del escudo antimisiles de la OTAN”, ha tomado otras decisiones anteriores que han pasado casi desapercibidas. La más notable ha sido instalar un Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC) en la base de Torrejón en las proximidades de Madrid. El Gobierno español queda de esta manera absolutamente subordinado al mando de los EEUU.

Los elementos fundamentales de esa planificación han sido éstos:

1) Fortalecer el complejo militar-industrial español y vincular ideológicamente su ampliación a la “consecución de puestos de trabajo” en zonas económicamente deprimidas. El escarnio mayor es que en este caso el cálculo oficial es que se van a conseguir ¡1.000 nuevos puestos de trabajo! para la zona de la Bahía de Cádiz, que tiene uno de los mayores niveles de desempleo,

2) Comprometer el enorme gasto de los modernos equipamientos militares en varios años presupuestarios. Así el Ministerio de Defensa se ha convertido en uno de los grandes generadores de deuda, El 12 de agosto de este año, el diario El Pais (principal vocero del Gobierno en asuntos de este tipo) publicaba que el Ministerio de Defensa “renegocia una deuda de 26.000 millones que no puede pagar”, El plazo para abonar tanques, aviones y fragatas se alargará cinco años hasta 2030. Para atender los compromisos hacen falta 2.500 millones al año”. El encargo de buques, aviones, carros de combate y equipos de comunicaciones, se había realizado con el objetivo colateral de la privatización de la industria de armamento o “su integración en un consorcio multinacional”.

3) Convertir su viejo proyecto de “escudo antimisiles”  en un proyecto de la OTAN.  El “escudo antimisiles” es un elemento fundamental de la estrategia de “guerra preventiva”. Su función es la de anular las posibilidades defensivas de los antagonistas económicos y políticos de los EEUU y de sus “previsibles” enemigos.

4) Vincular la seguridad de la población al fortalecimiento de la alianza militar con EE. UU. y con la OTAN. Se trata “de un sistema disuasorio que no va dirigido contra nadie”, y que “asegura la protección de todo el territorio europeo y de sus ciudadanos”. Ofrecemos paz al mundo y protección a los ciudadanos. “A coste cero”, apunta el ministerio de Defensa. La realidad es precisamente la contraria: incorporan cuatro grandes buques que se despliegan a partir de ahora la base de Rota. El sistema Aegis es un conjunto armamentístico de localización y destrucción de blancos utilizable inmediatamente en operaciones de “destrucción masiva” como el que ha tenido lugar en los últimos meses en Libia. Ese es su objetivo real e inmediato.

5) El Secretario de Defensa de EE.UU- Panetta ha colocado en Rota cuatro grandes buques, capaces de movilizar una gigantesca maquinaria de destrucción masiva que cumplirán otras funciones además de la de “defensa antimisiles”, tales como dar “apoyo de respuesta rápida” a los mandos estadounidenses en Oriente Próximo o África. Todo muy conforme con el Tratado de Lisboa.

Es decir, el Estado español se convierte en siervo del poder del imperio, a cambio del pago en especies a sus multinacionales. La referencia directa de Zapatero a la amenaza que representan Irán y Corea del Norte es una ofensa indigna a dos países soberanos y a dos pueblos que jamás nos han agredido.

Por todo esto, CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO manifestamos que:

1.- La decisión del Gobierno Zapatero, es ilegal e ilegítima: implica la aceptación de la intervención armada del estado español en todas las guerras regionales de la “guerra mundial contra el terrorismo”,  decididas por el Pentágono. Este Acuerdo no ha pasado por el Parlamento. Esta estrategia es una guerra “global e infinita” (G-W.Bush) planificada contra los países que ponen obstáculos a la dominación económica, militar y estratégica de los Estados Unidos y de la Unión Europea como principales bloques imperialistas.

2.-. El Gobierno PSOE, el PP y las derechas nacionalistas han entregado a Estados Unidos, a la UE y a la OTAN la soberanía que pertenece a los pueblos del Estado español. Es un delito de lesa soberanía.

3.- Recordamos que el Gobierno del PSOE pidió el SI en el Referéndum de la OTAN de 1986 con tres condiciones: 1) No integración en el estructura militar – y no se forma parte sino que el ejército español comanda tropas multinacionales como en Afganistán - ,2) disminución progresiva de la presencia militar norteamericana y 3) prohibición estricta del transporte de armamento nuclear. Y ahora ocurre todo lo contrario.

4.- Denunciamos el enorme gasto militar que ya se ha realizado y el que se pretende incrementar, precisamente ahora, cuando con el pretexto de la crisis y argumentando que no hay dinero, se están produciendo despidos masivos de trabajadoras y trabajadores públicos, se recortan prestaciones sociales, se degradan y se privatizan sectores públicos; cuando además se ha cometido la infamia de constitucionalizar el tope de déficit público y de dar “prioridad absoluta al pago de la deuda”. Todo esto es una burla que la clase obrera y los pueblos no podemos tolerar.

5.- Exigimos que el gasto militar se dedique a financiar gastos sociales públicos, (sobre todo la educación y la sanidad). Exigimos la retirada inmediata de todas las tropas que actúan en otros países – incluidos aquellos en los que tienen el cinismo de decir que prestan “ayuda humanitaria” – el desmantelamiento inmediato de todas las bases militares, y la salida urgente de la OTAN.

Cristianos por el Socialismo, participará e impulsará plataformas y manifestaciones públicas para conseguir la supresión de este escudo inútil para la paz. Estimamos que la ciudadanía universal, sean creyentes o no, tiene la sensatez suficiente para establecer cauces pacíficos y poder resolver los conflictos de la convivencia humana por medios racionales.

Madrid, 9 de Octubre 2011

lunes, 17 de octubre de 2011

¿QUÉ PODEMOS APORTAR LOS CRISTIANOS A LA RECONSTRUCCIÓN DE LA ZQUIERDA?

 

Antonio Moreno Fuente

ANTONIO MORENO FUENTE

 

A mi mujer Tere Bravo, por su

inestimable ayuda.

Es conocido el diálogo existente en los años sesenta entre cristianos y marxistas ([1]), diálogo sobre presupuestos teóricos que desembocó en una participación e incorporación de muchos cristianos en las luchas revolucionarias liberadoras de ese tiempo. Las Comunidades cristianas de base sudamericanas y Cristianos por el Socialismo, que nace en Chile en tiempos de Allende, son el principal exponente de esta participación. En España, en los años setenta, hubo también una participación activa de la jerarquía eclesiástica y cristianos de base en las luchas por la democracia, entrando posteriormente muchos de estos cristianos en los partidos socialista y comunista, lo que ayudó a conseguir la Transición política de la dictadura franquista ([2]). Pero entonces las cosas eran distintas. La izquierda, integrada por socialistas, comunistas y otras formaciones estaba fuerte y fue protagonista de la Transición postfranquista, aunque la hizo subordinada a la derecha que quería dar la espalda a la dictadura. Hoy, en cambio, la derecha es cada vez más neoliberal y la izquierda se encuentra sumida en una crisis profunda, incapaz, al parecer, de dar soluciones para salir de la crisis causada por el capitalismo financiero ¿Podremos hoy los cristianos ayudar a la izquierda en su reconstrucción, como lo hicimos en años pasados?

La crisis de la izquierda.

Con la caída del muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la Unión Soviética en 1991, desapareció el llamado “socialismo real”, quedando profundamente tocada la base teórica marxista-comunista y desprestigiada la praxis de los partidos comunistas europeos. El sistema liberal capitalista se quedó solo e imperante en el mundo. No obstante, desde principios del siglo XXI, once de quince países de la Unión Europea estaban gobernados por líderes de partidos socialdemócratas, entre ellos, Tony Blair en Inglaterra, Schröder en Alemania, Jospin en Francia y en los países nórdicos. En EE.UU., el demócrata Bill Clinton terminaba su segundo mandato presidencial. Ante la desaparición de muchos partidos comunistas en la Europa del Este, la socialdemocracia “anunció el inicio de un tiempo nuevo, donde sus partidos socialdemócratas iban a representar la nueva izquierda que, frente a los errores de los partidos comunistas, iba a construir sociedades más justas, más libres y más solidarias…, iba a conjugar el socialismo con la libertad”([3]). Diez años después, constatamos que también esta “nueva izquierda” ha fracasado. No sólo porque únicamente quedan Papandreu y, por ahora, Zapatero al frente de gobiernos socialdemócratas, sino porque “esta izquierda” sólo ha sido “la muleta del sistema capitalista”. Tras la II Guerra mundial, la socialdemocracia no puso en cuestión al capitalismo sino que se limitó a contener su voracidad, garantizándole la obtención de sus beneficios a cambio de repartir una parte de esas ganancias. Fueron los años dorados de las políticas keynesianas que trajeron el Estado de bienestar a Europa, aunque es evidente el peso que tuvieron también en su construcción las luchas obreras, el miedo a la Unión Soviética y a los partidos comunistas que la obedecían. Desde Reagan y la Thatcher, en los años 80, el capitalismo financiero ha decidido cancelar ese pacto, porque también quiere para sí esas rentas del Estado de bienestar keynesiano. Y la socialdemocracia ha facilitado esas pretensiones aceptando sumisa las medidas dictadas por “los mercados”, como la reducción de impuestos (“bajar los impuestos es de izquierdas”, dijo un día Zapatero), la ampliación de las edad de jubilación, la privatización de empresas públicas, la desregulación de los mercados, los contratos basura y el recorte de los derechos de los trabajadores. Finalmente, el Pacto de Estabilidad presupuestaria (1997) y el nuevo Pacto del Euro, junto con las reformas constitucionales de Alemania y, ahora, de España, ratifican la sumisión de la Unión Europea a las pretensiones del capitalismo neoliberal de hacer suyas las rentas que nos concedían en el llamado Estado de Bienestar. Cada día está más claro que la finalidad del capitalismo neoliberal es acumular para unos pocos todas las riquezas y repartir la miseria para el resto.

Los valores de la izquierda

El derrumbe de la izquierda ha sido tan profundo que, incluso, se ha dudado de su existencia, al sostener que los conceptos y posturas políticas de “izquierda” y “derecha” estaban superados. Por ello, lo primero en preguntarnos debe ser: ¿qué es la izquierda y cuáles son los valores que defiende?

Para Frei Beto ([4]), las diferencias entre “izquierda y derecha” son manifiestas: “la derecha, dice, considera la desigualdad social tan natural como la diferencia entre el día y la noche. La izquierda por el contrario la encara como una aberración a erradicar”. El principio básico de la derecha capitalista es la obtención en el mercado del máximo beneficio, independientemente de las necesidades de las personas que concurren en él. Para ella todo es mercancía, los bienes, objetos e incluso las personas, porque sólo mira su valor de cambio, no el valor de uso normal del bien, del objeto y, por supuesto, el valor intrínseco de la persona, por ello reduce al trabajador a mera fuerza de trabajo, a simple mercancía. “No está destinada la casa a ser habitada. Ni el paño a vestir, ni el pan está destinado sólo a ser comido: Debe aportar ganancias…”, decía Bertolt Brecht ([5]). Para la izquierda, en cambio, lo importante es la persona que interacciona con la naturaleza mediante su trabajo y que vive en sociedad, no el beneficio que se puede obtener de la mercancía. Para la izquierda, lo producido socialmente tiene fundamentalmente un valor de uso, no de cambio: “La casa es para ser habitada, -diremos parafraseando a Bertolt- el paño servirá para vestirse y el pan para alimentarse”, aunque los excedentes de estos bienes posibilitarán también, en segundo lugar, el intercambio y el beneficio. Conseguir esto no será posible individualmente sino en el marco de una sociedad democrática que favorezca la libertad y la participación de todos, mujeres y hombres en igualdad de oportunidades y garantice el bienestar económico, social y cultural de sus ciudadanos. Donde la educación, el cuidado de la infancia, la tercera edad, el suministro de agua potable y gestión de deshechos, la energía, el transporte, el deporte y la cultura etc., no sean tratados como mercancías sino como servicios públicos. Y ello en una relación ecológicamente sostenible con la naturaleza. Esta sociedad comunitaria que propugna la izquierda, sin opresores ni oprimidos, cada uno tendrá cubiertas sus necesidades básicas y permitirá el desarrollo social de todos en libertad y en armonía con la naturaleza, según el dicho: “dará cada uno según su capacidad y recibirá según sus necesidades”. Emancipar a toda persona de todas las alienaciones, económicas primero y también políticas, culturales y religiosas es el hermoso objetivo de la izquierda, objetivo que espera sea realidad algún día. Estos valores originales de la izquierda se oponen a los principios de la derecha, manifestados en sus expresiones totalitarias: ausencia de libertad y cercenamiento de los derechos individuales, persecución de la disidencia, censura de prensa, asfixia de la creatividad, abominación del pluralismo, intolerancia, manipulación de los pobres a quienes se desea mantener en su miseria ([6]).

Los cristianos y la izquierda

De entrada, es justo reconocer que, en tiempos pasados, la izquierda comunista rechazaba a los cristianos y a cualquier otro creyente religioso, porque se declaraba atea, con lo que la militancia política de los cristianos estaba prohibida o sólo podía darse en Partidos de derecha o en las Democracias cristianas. No sólo era conocida la militancia atea de los Partidos comunistas de la Unión Soviética y países satélites, sino que también se afirmaba la vinculación “metafísica” del comunismo con el ateismo, porque, se decía, el marxismo es ateo por naturaleza. Pero en los años sesenta esto cambió, como dijimos, por la participación de los cristianos en las luchas revolucionarias de los países sudamericanos dirigidas por partidos de izquierda y posteriormente en Europa y España. El Partido Comunista italiano reconoció, en el año 1964, que “en la religión puede haber una carga revolucionaria” ([7]). Y en nuestro país, el Partido Comunista de España formuló una declaración, en el año 1975, admitiendo la militancia de los cristianos en el Partido Comunista, en plan de igualdad con cualquier otro militante, porque “(los cristianos) expresan hoy posiciones que se orientan claramente hacia la construcción de una sociedad socialista, siguiendo las raíces evangélicas del cristianismo que, en sus orígenes históricos, se expresó en lucha por la justicia” ([8]). Declaraciones semejantes y más ampliadas emitieron al año siguiente los Comités Ejecutivos de los Partidos Comunistas de Euskadi y Catalunya ([9]). Sin embargo, aún quedan objeciones por parte de los cristianos para militar en los partidos de izquierda, sobre todo marxistas. Entre otras, éstas parecen ser las principales: el marxismo es materialista y, sobre todo, es ateo. Por ello, muchas/os cristianas/os militan más a gusto en los partidos de derechas y menos en los de izquierdas, sobre todo marxistas. Pero ¿es esto correcto?

El materialismo del marxismo

Cierto, el marxismo es materialista, pero creemos que no en el sentido que han expresado tantos documentos eclesiásticos ([10]), de que no existe más que una sola realidad, la materia, y que, por tanto, no existe diferencia entre el espíritu y la materia, ni entre el cuerpo y el alma; ni sobrevive el alma a la muerte, ni por consiguiente queda lugar para la idea de Dios. Aunque se admita que el comunismo soviético dedujera de Marx esas conclusiones y proclamara un materialismo y ateismo, tal como pretenden explicar las Encíclicas, sin embargo, hoy se admite que, el materialismo de Marx se opone principalmente al idealismo hegeliano y no tanto al espiritualismo cristiano. Lo que Marx sostiene es que el conocimiento humano no se limita a captar la realidad como mera contemplación del objeto externo o que la actividad del sujeto se reduzca a tener conciencia del mismo, por lo que, según el idealismo, la conciencia, la idea, el pensamiento sería lo primero y principal ([11]). Pienso, luego existo que decía Descartes; el ser existe en cuanto lo conocemos. El materialismo de Marx no niega la idea, la conciencia o el pensamiento, sino que da un paso más en ese contemplar o tener conciencia de las cosas, afirmando que el conocimiento es, al mismo tiempo, un reconocimiento de la persona como ser social que actúa para transformar la realidad. Lo específico del ser humano no es la idea, ni la autoconciencia espiritual, sino la actividad colectiva, el trabajo, que transforma la realidad. Esta actividad social es la que genera el lenguaje, las ideas, las costumbres, la conciencia y no al revés. “No es la conciencia de los hombres –dice Marx [12]- lo que determina su ser; es inversamente su ser social el que determina su conciencia”. Como se ve, el materialismo de Marx no afirma que sólo exista la materia opuesta al espíritu, ni niega el pensamiento, la ida, la conciencia o el espíritu, sino que invierte sus valores. Para él lo material es lo primero. Del mismo que el pensamiento procede del cerebro, la conciencia, las ideas proceden de la actividad social del ser humano. El materialismo de Marx es un materialismo práctico, en el sentido de que el problema del conocimiento no se queda en la contemplación, en la pura teoría, sino que se resuelve en el ámbito de la praxis, de la actividad social, pues en ella y sólo en ella puede probarse la verdad del pensamiento. La praxis es el criterio de la verdad teórica.

Pero, ante todo, el materialismo de Marx es un materialismo histórico. Esto quiere decir que Marx, partiendo de su materialismo práctico, pone los principios de una nueva ciencia de la Historia, es decir, la actividad social y colectiva del ser humano es la que hace su historia, y esta no es otra cosa que su actividad en el proceso real de la producción de los bienes que necesita para subsistir y la forma de intercambio que corresponde a cada modo de producción. “El conjunto de relaciones de producción –dice Marx ([13])- constituye la estructura económica de la sociedad, la base concreta sobre la cual se levanta una superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social e intelectual en general”. La teoría científica de la historia o materialismo histórico consiste, pues, en afirmar que la ciencia histórica no debe reducirse a tratar los actos de los reyes o caudillos militares, de las guerras etc., sino que debe ocuparse principalmente de la historia de los productores de los bienes materiales, de las relaciones sociales de producción e intercambio de estos bienes. El modo de producción de esta vida material condiciona y determina, en última instancia, aunque no en exclusiva, la vida intelectual y social de todo ser humano. Las ideas, la vida intelectual y social están determinadas, en último término, aunque no totalmente, por la actividad económica o el trabajo colectivo que es quien transforma la realidad.

Ciertamente, el marxismo-leninista soviético no sólo acentuó la primacía de la actividad social y económica frente a las ideas, sino que afirmó también que en ellas existen leyes objetivas e inmutables que deben aplicarse posteriormente en la transformación de la realidad, lo que se conoce como materialismo dialéctico, desarrollado por Lenin y Stalin ([14]), que se contrapone al materialismo histórico de Marx. Las encíclicas de los Papas interpretaron la doctrina marxista en el sentido de este materialismo dialéctico, tal como la presentaban en su tiempo los partidos comunistas soviéticos y afines, por ello nada tienen de extraño sus condenas, como lo hizo Pío XI en su Divini Redemptoris. Hoy, sin embargo, dado el nuevo conocimiento de la ciencia histórica, particularmente de la doctrina marxista, bien podemos afirmar que lo específico del ser humano no son tanto las verdades que vienen de fuera, la ideas o la autoconciencia espiritual que recibimos por tradición, sino la actividad colectiva, el proceso social humano de nuestra época que, apoyado en lo anterior, pretende transformar nuestra realidad presente. Esto puede aplicarse al concepto que tenemos de la revelación en la Biblia. Esta no consistirá tanto en verdades reveladas o dictadas por Dios a un vidente, sino en el proceso de experiencia vital de un pueblo y de todos los pueblos, que tratan de dar un sentido a su vida, a partir de los mitos religiosos y culturales en el que viven y que podrá ponerse por escrito o no. Si pues admitimos hoy que el ser social, el proceso social, la praxis es quien determina nuestra conciencia, debemos admitir también que la praxis de las primeras comunidades cristianas es la que forman nuestra fe, nos dan a conocer los dichos y hechos de Jesús y nos dan a conocer, al mismo tiempo, la revelación del Padre. Apoyados hoy nosotros en esta praxis debemos generar nuestra propia praxis cristiana en el mundo que nos ha tocado vivir. Entonces no hay dificultad para ser materialistas y tendremos que agradecer a Marx y a la ciencia moderna este cambio copernicano de mentalidad.

¿Es ateo el marxismo?

Giulio Girardi, en la obra citada al principio, fue uno de los primeros en señalar que la característica común de las diversas formas del ateismo de los años 50 y 60 no era Dios mismo, ni las pruebas de su existencia, sino el hombre, “El ateismo, dice, participa del carácter antropológico, reflejo de todo el pensamiento moderno. Por lo mismo, en su momento negativo, más que una critica de Dios es una crítica de la religión” ([15]). Y esta es la postura, tanto de Marx como de los marxistas posteriores. No se preocupan tanto de Dios, negando su existencia o atributos, sino de la religión que manifestaba en su tiempo el cristianismo. Para el marxismo, la religión es una tapadera de la ignorancia humana, una alienación e inversión de la realidad y, finalmente, una resignación frente a la explotación ([16]).

a) Una tapadera de nuestra ignorancia. Marx parte de las ideas de los jóvenes hegelianos, de que “Dios es una creación del ser humano” y surge de la impotencia del hombre primitivo frente a las fuerzas de la naturaleza. Como no puede luchar contra ellas, las diviniza. Se inventa un ser todopoderoso, extraño y fuera de sí, quien puede otorgarle, si se lo pide, lo que él es incapaz de conseguir. La religión es una forma de ignorancia, una tapadera de nuestras deficiencias. El ser humano es quien crea a su dios, un dios tapa-agujeros y una religión de oración y sumisión. A esta religión de impotencia y sumisión se oponen la ciencia y la técnica humana que ofrecen los instrumentos adecuados para dominar a la naturaleza. Desde el siglo XIX, con el crecimiento de la sociedad industrial, la religión entró en conflicto con las ciencias. Donde se implantaba la industrialización, la religión retrocedía. Al parecer hoy, en la sociedad informatizada y del conocimiento, las religiones parecen retomar nueva fuerza, pero creemos que sólo retornan en sus formas más fundamentalistas.

b) Una alienación e inversión de la realidad. Para el marxismo el ser humano, individual y social, se hace y se crea por medio de su actividad, de su trabajo, se libera dominando la naturaleza, humanizándola. Su libertad es una incesante conquista, un esfuerzo ético, una liberación de todas las alienaciones posibles: económicas, políticas, ideológicas, culturales y religiosas, que están presentes en su mundo. La alienación religiosa es una de las más sutiles y profundas, porque es una ilusión, una inversión del ser real, del ser humano, al proyectar para “otro mundo” la verdadera vida, produciendo una ruptura entre la vida real y la vida ideal o abstracta. Por ello, la religión es una ilusión, una conciencia invertida del mundo, una realización fantástica de la esencia humana, carente de toda realidad, una alienación. Su abolición será condición para que el ser humano pueda ser feliz en este mundo. Así lo expresa Marx en el famoso texto de la Introducción a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel.: “El sufrimiento religioso es, por una parte, la expresión del sufrimiento real y, por otra, la protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo. La abolición de la religión en cuanto dicha ilusoria del pueblo es necesaria para su dicha real. La exigencia de abandonar sus ilusiones sobre su situación es la exigencia de que se abandone una situación que necesita de ilusiones. La crítica de la religión es, por lo tanto, en embrión, la crítica del valle de lágrimas que la religión rodea con un halo de santidad” (la cursiva es del mismo Marx) ([17]).

c) Finalmente, para Marx, la religión es una resignación frente a la explotación. Para él la religión no es sólo una forma de alienación, sino la alienación fundamental, porque está en relación con la alienación económica del proletariado que, como se sabe, es la “injusticia fundamental” de todo el sistema capitalista. Por tanto, en la sociedad clasista burguesa, la religión, como componente de la ideología de la clase burguesa dominante, tendrá una doble función: A los proletarios oprimidos les ofrecerá la compensación de sus frustraciones económicas, será la droga, el opio o narcótico que les inducirá a resignarse ante la injusta situación en que se encuentran y les impulsará a recluirse en su interior en donde encontrarán a su Dios, en espera de la recompensa futura que Él les ha prometido. A la clase dominante, a cambio de sus limosnas o beneficencia, les justificará y tranquilizará su conciencia de explotadores aquí abajo y les venderá fáciles billetes de entrada para el cielo. La religión es, por tanto, la aliada natural de la burguesía, porque legitima esta explotación y sufrimiento presente al proyectar para el futuro de la “vida eterna” su justicia y castigo, lo que equivale a condenar, aquí y ahora, a las víctimas a una actitud de resignación y sumisión.

Las/os cristianas/os constatamos hoy, sin la menor duda, de que la religión que históricamente conocieron Marx, Engels y Lenin en su tiempo, y que aún practica gran parte de las/os cristianos/as de hoy, tiene los rasgos y características denunciadas por ellos. Nuestra conciencia cristiana reconoce la justeza de esta crítica y hoy vemos en ella un instrumento de “purificación de la idea de Dios” y de formas caducas de religiosidad, por lo que debemos estarle agradecidos. Lo que Marx critica, y con razón, no es la existencia de Dios, sino la interpretación y práctica que hacia de ella el cristianismo de su tiempo, mediante la cual todo lo esperaba de Dios, forzándole a intervenir continuamente en nuestro mundo para que supliera nuestra impotencia humana. Este dios es un “tapagujeros”, un fetiche o un ídolo que no resiste la crítica filosófica y que hay que suprimir de la conciencia cristiana. En esta tarea participan también muchos teólogos, cuya teología es conocida como “de la muerte de Dios”. Por otra parte, también es verdad que, en muchas ocasiones, la religión cristiana ha sido la aliada natural de la burguesía, condenando a sus víctimas a la resignación y sumisión, porque ese era el “orden natural” querido por Dios. Hasta el Vaticano II, en la Gaudium et Spes, no se llega a reconocer la plena autonomía de lo mundano y la nueva relación del ser humano con el mundo, en donde aparece como sujeto de su acción humanizadora sobre la naturaleza. Reconociendo la autonomía de la ciencia, de la política, de la cultura, de la moral estamos mejor preparados para descubrir el nuevo rostro de Dios. Y ello, en gran medida, gracias al marxismo.

Aparece claro, pues, que el marxismo al preocuparse exclusivamente de la acción liberadora del ser humano en su relación con la naturaleza y los otros seres humanos, no trata de realidades que puedan trascender su acción. Por ello no trata de Dios, sino de la religión como actividad humana. Y, en tal sentido, el marxismo no sólo no es ateo, sino que aparece como purificador de las falsas formas de la religión. Por todo ello se concluye: primero, que el ateismo no está vinculado “metafísicamente” al marxismo, aunque sí lo estuviera a la expresión histórica del marxismo leninista-estalinista del comunismo soviético y que, por consiguiente, el compromiso político de los Partidos marxistas es autónomo y laico, no confesionalmente ateo ni creyente y, por tanto, admiten la militancia, en plan de igualdad, tanto a creyentes como no creyentes. Es este un nuevo aspecto histórico del proceder de sectores cristianos, que no conocieron ni Marx, ni Engels y, sobre todo, Lenin que, aconsejando dejar la fe a las puertas del Partido, reducía la vivencia de la fe a una cuestión privada ([18]). Si esto es así, no hay objeción materialista ni atea que pueda ser obstáculo para que las/os cristianas/os podamos militar en partidos de izquierda, incluidos los marxistas. Pero ¿hay razones positivas para militar en ellos?

Militancia y aportaciones de los cristianos

Si el cristianismo se entiende como religión de culto a un Dios omnipotente que suple nuestras carencias humanas, religión que proyecta para “otro mundo” la verdadera vida y predica en éste la resignación frente a la explotación capitalista, sólo cabe entonces la militancia en los partidos de derecha que defienden a la burguesía capitalista. Pero si el cristianismo, purificado de tales formas alienantes, de ser “opio del pueblo” y lo entendemos como actitud ética y profética, como opción liberadora de los oprimidos, en la que damos culto al Padre, entonces puede transformase también en una fuerza revolucionaria, que protesta y se revela contra el sufrimiento real de tantas criaturas, como reconocía Marx. Para muchos sectores de la Iglesia, la recuperación de la fuerza revolucionaria del mensaje y la praxis de Cristo (fe liberadora) nos impulsa a unirnos con todos aquellos que luchan por los valores de la izquierda, sobre todo marxista, porque, aunque partamos de presupuestos diversos, los cristianos podemos coincidir con la izquierda revolucionaria en su objetivo de “liberación de la oprimidos”. Nuestra fe liberadora es para nosotros el motor que nos impulsa para militar en partidos de izquierda y luchar por la liberación de los oprimidos, del mismo modo que a otras personas, prescindiendo de la religión, les impulsan sus ideales de erradicar las desigualdades humanas. Así lo reconocía el Partido Comunista de Euskadi: “Hay cristianos, decía, que encuentran en su fe un estímulo para su compromiso socialista; en ellos la religión no ejerce una función alienante, sino liberadora” ([19]). Sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestra militancia en un partido o sindicato concreto de izquierdas no procede ni se deduce de esta fe liberadora, sino de nuestra opción de clase o conciencia revolucionaria. Partiendo de la fe liberadora, cada cristiana/o debe sopesar y discernir cuál de las opciones concretas se adapta o le convence más, dentro del pluralismo de los partidos de izquierda. “Independientemente de los motivos que cada cual opta por el socialismo, los cristianos que vienen al Partido lo hacen por una opción de clase y no deducen su militancia (en tal Partido) de su fe”, decía la Declaración del Comité Central del PSUC ([20]). Y así lo hacen hoy muchos sectores cristianos de la Iglesia, tanto católica como luterana, como las Comunidades eclesiales de base (CEB) de Sudamérica, las Comunidades Cristianas Populares de Europa y de España, los Cristianos por el Socialismo y otros muchos movimientos asociados en España a Redes Cristianas ([21]). Ahora bien ¿aportamos algo especial los cristianos al militar en estos partidos de izquierda?

Teóricamente no. Nosotros no aportamos análisis y métodos de lucha política, pues el cristianismo no es una doctrina política, ni existe una política cristiana ([22]), ni, como hemos dicho, nuestra militancia en un Partido no se deduce de nuestra fe. Sin embargo, nuestra praxis de cristianos y militantes revolucionarios si aporta y mucho a los partidos de izquierda. Ante todo, al verificar esta praxis, histórica o relativamente, la verdad teórica del partido de izquierdas, la militancia de los cristianos en él es un acicate y estimulo para que no se olviden los objetivos fundamentales de la izquierda: la liberación de los oprimidos de todas sus alienaciones como, por desgracia, ocurre tantas veces. Nuestra militancia es, pues, un fuerte estímulo para el resto de los militantes, del mismo modo que los nuevos miembros de un grupo o los inmigrantes aportan nueva sabia e ilusiones al grupo o pueblo donde se integran. Por otra parte, contribuye a entender al Partido como un partido de masas y no sólo de élites dirigentes, ya que amplía la pluralidad de enfoques teóricos o culturales dentro del mismo y muestra el poder de penetración y captación de los postulados del Partido en sectores cristianos ajenos antes a ellos. Y, respecto a los partidos marxistas-leninistas, la praxis de los cristianos fortalece el carácter laico del partido, superando la identificación del comunismo con el ateismo. Así lo reconoce la Declaración del Comité Central del PSUC, antes citada: “La presencia de cristianos en el seno del Partido, dice, constituye una nueva dimensión de la actividad del Partido frente a los problemas fundamentales y amplia el horizonte ideológico, hecho que nos permite avanzar mejor en el desarrollo de la teoría y de la práctica marxistas” (La cursiva es mía) ([23]).

Antonio Moreno de la Fuente

CPS Sevilla, 15 de septiembre 2011


[1] Citamos, sin querer ser exhaustivos, a Girardi, Giulo. Marxismo y cristianismo, Madrid: Taurus, 1968.- Aguirre, Jesús; López Aranguren, José Luis [y otros]. Cristianos y marxistas: los problemas de un diálogo. Madrid: Alianza editorial, 1969

[2] Puede consultarse: Comín, Alfonso. Cristianos en el Partido, comunistas en la Iglesia. Barcelona: Laia, 1977.- Castells, J.M.; Hurtado, J.; Margenat J.M. De la dictadura a la democracia. La acción de los cristianos en España (1939-1975). Bilbao: Desclé de Broker, 2005.

[3] Higinio Polo. El fracaso de la socialdemocracia. [En línea: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134915. Consulta 01/09/2011]

[4] Diez consejos para mantenerse militando a la izquierda. [En línea: http://servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.php?ncodigo=365. Consulta 06-07-2011]

[5] Véase mi artículo El retorno de Marx. [En línea: http://www.redescristianas.net/2009/01/16/el-retorno-de-carlos-marxantonio-moreno-de-la-fuente/ . Consulta 06-07-2011]

[6] Ver Aguinis, Marcos. Entre la izquierda y la derecha. [Èn línea: http://www.lanacion.com.ar/1133310-entre-la-izquierda-y-la-derecha-los-valores. Consulta 01-09-2011].

[7] Girardi, Giulio. Marxismo y cristianismo, p. 83.

[8] Comín, Alfonso. Ob.cit., p.194.

[9] Ibid. pp.196-211.

[10] Por ejemplo la Encíclica “Quanta Cura” de Pío IX (1864)y la “Divini Redemptoris” de Pios XI (1937) que dice en el nº.9: “La doctrina, que el comunismo oculta bajo apariencias a veces tan seductoras, se funda hoy esencialmente en los principios del materialismo, llamado dialéctico e histórico, ya proclamados por Marx, y cuya única genuina interpretación pretenden poseer los teorizantes del bolchevismo Esta doctrina enseña que no existe más que una sola realidad, la materia, con sus fuerzas ciegas: la planta, el animal, el hombre son el resultado de su evolución. La misma sociedad humana no es sino una apariencia y una forma de la materia, que evoluciona del modo dicho, y que por ineludible necesidad tiende, en un perpetuo conflicto de fuerzas, hacia la síntesis final: una sociedad sin clases. En semejante doctrina es evidente que no queda ya lugar para la idea de Dios: no existe diferencia entre el espíritu y la materia, ni entre el cuerpo y el alma; ni sobrevive el alma a la muerte, ni por consiguiente puede haber esperanza alguna de otra vida”. [En línea: http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19370319_divini-redemptoris_sp.html . Consulta 01-09-2011]

[11] Véase, para mayor amplitud de esto, a Fernández Buey, Francisco. Marx (sin ismos). Barcelona: El viejo Topo, 2009, cap. El nuevo materialismo.

[12] Marx, Karl. Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política (1859), en: Marx, Karl; Engels, Friedrich. Sobre la Religión, tomo I. Ed. Preparada por Hugo Assmann y Reyes Mate. Salamanca: Sígueme, 1979, pag. 241.

[13] Marx, Karl. Ob.cit., p. 241.

[14] Véase mi art. El marxismo de las/os CPS. Documento 38 de Cristianos por el Socialismo. [En línea: http://www.cristianosporelsocialismo.es/documentos.htm . Consulta 02-09-2011]

[15] Ob.cit., p.36. La cursiva es mía.

[16] Seguimos a Giulio Girardi, en su obra citada y a Hugo Assmann y Reyes Mate en la Introducción a la obra: Marx, Karl; Engels, Friedrich. Sobre la Religión, tomo I. Ed. Preparada por Hugo Assmann y Reyes Mate. Salamanca: Sígueme, 1979.

[17] Marx, Karl; Engels, Friedrich. Sobre la Religión, p.93-94.

[18] Asi lo afirman las Declaraciones de los Comités Ejecutivos de los Partidos Comunistas de España, de Euskadi y de Catalunya, en 1975 y 76. Véase Comín, Alfonso. Ob.cit., pp.193-211.

[19] Ibid., p. 197

[20] Ibid., p. 205.

[21] Redes Cristianas [En línea: http://www.redescristianas.net ], en donde pueden verse los movimientos que están asociados en ella.

[22] Véase Coste, René. Evangelio y Política. Traducción de José Mª de Llanos. Madrid: Cuadernos para el diálogo, 1969.

[23] Comín, Alfonso, Ob.cit., p.211.